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¿Amor de madre o amor de esposa?

Los sanjuaninos y el desafío a la adversidad del desierto

Por Federico Agüero

El espectáculo final, de la edición 2018, de la fiesta nacional del sol fue deslumbrante y obtuvo muy buenos comentarios de parte del público, tanto de los que asistieron al escenario en el Zonda como de quienes lo vieron por televisión. Este resultado, entiendo, se debe a la experiencia acumulada por los técnicos y artistas que trabajan en la fiesta, que ha saldado la brecha entre los guiones intelectualizados y el gusto popular y, por supuesto, a la elección de la leyenda de la Difunta Correa como tema central de la fiesta para esta ocasión.
La Leyenda de la Difunta, representada en el escenario del Zonda, le dio la chance a la FNS de volverse algo más auténtico, y al pueblo sanjuanino, la posibilidad de redescubrirnos, analizarnos y cuestionar aspectos de nuestra idiosincrasia. La creencia en el milagro de la difunta no viene de Europa, no es de los pueblos originarios de esta tierra y recién hace muy poco tiempo fue aceptada por la oficialidad de la Iglesia Católica, por lo que puede decirse que a la Difunta le dio vida íntegramente el pueblo sanjuanino.
Un punto al que quiero hacer referencia, porque el título de la obra lo pone en ese lugar, es el tema la mujer y los mandatos que se le pide cumplir en la sociedad sanjuanina. El guión de la fiesta intentó darle a Deolinda un carácter de mujer valiente, que afronta el desafío de encarar el desierto, nuestro entorno, para luchar por lo que ama. Para quien no conozca la historia, se trata de una mujer que en medio de las luchas intestinas que desangraban al país, en el siglo XIX, emprende un peligroso viaje para seguir al ejército que ha raptado a su esposo, esa aventura le cuesta la vida, pero “el milagro” salva la vida de su hijo, que sigue mamando el pecho hasta que es encontrado por unos arrieros.
Es nuestro relato por excelencia, porque fue creado en la adversidad del entorno natural que nos rodea y por la voluntad inquebrantable de los habitantes de esta tierra de vencer al desierto y a la sed. Hoy en día, para muchos de nosotros, gracias a la ruta y los aires acondicionados de los autos, cruzar el Bermejo o el Encón no es un riesgo, lo hacemos en menos de dos horas, y por lo tanto la noción del desierto se ha desdibujado. Pero dos siglos atrás la situación era otra. La supervivencia del niño amamantándose del pecho es la metáfora perfecta para la posibilidad de mantener la vida en un pequeño oasis rodeado de dunas y montañas.
El valor del agua para la vida y la actividad agrícola en nuestra provincia, es otro de los elementos latentes en la leyenda. No está de más recordarlos, en momentos en que el oficialismo nacional está discutiendo en el congreso cambiar la ley de glaciares.
Volviendo al punto, hay estudios de género realizados por investigadoras de la Universidad Nacional de San Juan, que detectaron que en la sociedad sanjuanina el mandato más fuerte hacia la mujer es el de ser esposa, por encima del “deber” de madre. Y el guión de la fiesta lo deja perfectamente claro, aunque está disfrazado bajo un título falso, que pretende abordar otro debate del presente, más bien relacionado con el aborto.
Según la leyenda, a Deolinda Correa le arrancaron a su esposo, los militares de una de las facciones que combatían en la guerra civil argentina. Lo tomaron en una leva forzosa realizada por el ejército del General Acha, en su huida de San Juan, luego de ser derrotado en la batalla de Angaco (16 de agosto de 1841),. De paso, ese es otro elemento a tener en cuenta en la leyenda, la lucha entre el interior federal y el centralismo unitario del puerto, que costó la vida de miles de hombres combatientes, destruyó familias y dejó a mujeres solas.
Entonces, Deolinda pensaba en su esposo, y es coherente con los preceptos de una sociedad feudal donde no era posible que una mujer pudiera estar sola, tenía que permanecer bajo la tutela de un hombre, padre, hermano u esposo. En el guión justifican su intento de travesía por el desierto, para evitar el acoso de otros hombres, pero, definitivamente, no es pensando en su hijo que decide hacer el viaje, sino para defender su pertenencia a otro hombre.
Por eso, el título de la obra en la FNS es falso, es un intento de traficar un debate del presente en una historia que no tiene ese contenido, por lo tanto no permite repensar correctamente las implicancias actuales de la leyenda. ¿Cuánto sobrevive de ese mandato en la sociedad actual? Acaso no hay mujeres que, incluso teniendo los medios para valerse por sí mismas, permanecen junto a hombres que las maltratan o hacen sufrir a sus hijos, sólo por mantener una apariencia de matrimonio.
Lo más rescatable de esta historia, desde una perspectiva actual, es que a diferencia de otros relatos donde a la mujer se le asigna un papel sumiso y de espera, Deolinda sale al desierto. Es activa en la resolución de su destino. Este rol de la mujer en la leyenda, quizás tenga su correlato en que nuestra provincia durante mucho tiempo fue pionera en la obtención de conquistas políticas para las mujeres.
La Difunta Correa está arraigada en los sanjuaninos a pesar del paso del tiempo. Hay que repensarla conscientemente para valorar su significado, y actualizarlo, porque representa la “fe» de que, como pueblo, podemos vencer las contingencias adversas que se nos plantean, no sólo por el desierto, sino también en el escenario de un país que se configuró en forma desigual en su estructura económica y política. Nos recuerda que la sed existe y el agua es un bien escaso. Y en cuanto al aspecto de género, no hay que ceder a la manipulación que hoy se quiere hacer del significado de la leyenda y, porque la sociedad ha avanzado en cuanto a los derechos de género, tampoco hay que tener miedo de cuestionar y reelaborar los mandatos que implica en cuanto al papel de la mujer en la pareja.