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El proyecto de Cambiemos

Análisis económico

EL PROYECTO LIBERAL DE CAMBIEMOS ESTÁ COLAPSADO

Las medidas del Banco Central y el FMI solo prolongaran la agonía

“La semana negra del dólar” que se originó con la fuga de los capitales golondrina o “inversionistas”, como los llaman desde el gobierno, es el parte de defunción del plan que el gobierno de Cambiemos lleva adelante desde que asumió en el 2015. Sencillamente, Macri y su equipo económico, no resolvieron los problemas económicos del país como se lo habían propuesto, porque tienen una idea equivocada de cómo hacerlo.

El gobierno de Cambiemos, asumió la presidencia y profundizó dos problemas económicos principales: balance negativo en la cuenta corriente del país, o sea que entre lo que se exporta e importa hay una diferencia negativa de dólares para nuestras reservas, y el déficit fiscal, que no es otra cosa que mayores gastos que ingresos en las cuentas del Estado.

Con mucho optimismo diseñaron un plan basado en tomar deudas para solucionar el primer problema, de balanza comercial, y así llenar de dólares el Banco Central. Y para el segundo problema, apelaron al liso y llano ajuste tradicional, propio de los gobiernos liberales. Fueron la contra partida de la receta Kirchnerista, que intentó resolver con deuda interna, es decir con emisión monetaria e inflación.

Con estas medidas en marcha, tuvieron la expectativa de atraer inversores para generar actividad económica, crecimiento y mejoría en la calidad de vida de la población. Pero eso, hasta ahora, no pasó. Y entre otras cosas modificaron la ley previsional, pusieron techo a las paritarias, despidieron trabajadores del estado y cerraron empresas.

El proyecto de Macri, no dio resultados porque asumió, entre otras causas, en un contexto distinto al que imaginó, un mundo con Trump y el Brexit, donde las fronteras de las economías más importantes del planeta se cerraron para resolver sus problemas internos.

En el “mientras tanto”, Macri ha utilizado la corrupción y la ineficiencia del gobierno anterior como excusa, fundamentalmente para instalar la idea de que los argentinos gastan más de lo que tienen, que quieren vivir de arriba, que consumieron y ahora tienen que “pagar la fiesta”. En este marco, el ajuste, con despidos, con quita de subsidios, es el buen camino elegido para resolver los dos problemas mencionados.

Pero así como Macri concentra el ajuste en los sectores populares, por otro lado le otorga beneficios a los sectores concentrados. Por ejemplo, permite que los exportadores y los terratenientes liquiden las ganancias en dólares fuera del país, para no tener que emitir pesos y de esa manera no generar inflación.

Por otro lado, para introducir mercancías en el mercado interno y que la gente tenga bienes para consumir, abrió las importaciones indiscriminadas, es decir la salida de dólares. Esta es una concesión histórica hacia los terratenientes y grandes empresas exportadoras (Nidera, Continental, Dreifus, Molinos) e importadoras, para que ellos no pierdan mercados, exigen que el país “le compre a quien nos compra”, en este caso a China. Como si esto fuera poco, en el marco de la “disparada del dólar” siguen ganando los acopiadores (de cereales, vinos, etc.) que compraron la producción cuando el dólar salía 20 pesos, y ahora ganan con la diferencia. No es verdad como dice Serigio Uñac, gobernador de San Juan, que con la devaluación gana la economía regional, en realidad se beneficia un grupo privilegiado y pierde el pueblo.

La síntesis del problema que hoy tenemos los argentinos es que, con la política de Macri, los dólares que están en el país no son nuestros, son de los usureros y se los están llevando. Y los dólares nuestros, los que se obtienen de la exportación, se lo quedan los grandes exportadores y terratenientes, y están fuera del país.

La solución que propone Macri, y su gabinete, es producir un ajuste más a fondo, para poder seguir tomando deuda externa. Parece de irracional, pero desde la perspectiva de los ricos que gobiernan es lo más “sensato”. Este camino, está comprobado, solo va a profundizar el problema, porque mientras más deudas tomemos, más intereses vamos a pagar y más ajustes va a querer imponer el gobierno.

La salida no es oscilar cada diez o doce años entre una política de emisión (keynesiana) o una de endeudamiento (liberal). La ruptura con este círculo vicioso va a surgir de un gobierno popular, que utilice las palancas de un nuevo Estado, para intervenir y controlar la producción, la comercialización de bienes y la utilización del aparato financiero para favorecer la producción y abaratar los costos. Este gobierno, en un primer momento debe encaminar la economía a producir bienes de consumo inmediatos para parar la inflación. Sólo por dar un ejemplo, hoy los argentinos pagamos a precio dólar la harina, la carne y la energía. Pero además el Estado tiene que participar en el comercio exterior, captando la liquidación del dólar y limitando a los bancos privados, y canalizando esos recursos en agrandar la capacidad productiva de la industria del país, importando los elementos necesarios para producir medios de producción. Y generando a largo plazo Medios de producción que amplíen la Capacidad productiva del país y elimine la dependencia exterior.

Una política de este tipo, puede no depender del valor de la moneda extranjera, sino apoyarse en el valor de la producción en manos nacionales, recuperando la soberanía sobre nuestros recursos, como forma de garantizar empleo, salarios dignos y calidad de vida en la población.

Alberto Agüero