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Murió Héctor Ricardo García, fundador de Crónica TV

Su deceso no podía haber sido anunciado de otra manera. La placa roja a pantalla completa que él mismo convirtió en marca indeleble de una manera de pensar y sentir el periodismo irrumpió la calma mañana de sábado para anunciar en Crónica HD, a las 10.14: «Murió Héctor García». Esa placa de fondo rojo y enormes letras blancas fue la lacónica forma con la que la señal informativa que García fundó un cuarto de siglo atrás dio a conocer la «primicia», esa faceta de la información por la que él era capaz de cualquier cosa con tal de llegar primero. Fiel a su estilo, la muerte del creador del primer canal informativo argentino también fue rehén de su propio sello: «El mejor periodista de la argentina, creador y fundador de Crónica TV», exageró la siguiente placa, para finalizar esa clásica seguidilla informativa con una sentida «La placa más triste». El periodista y empresario, que hizo del «sensacionalismo» un multimedios periodístico tan popular como cuestionable, desde la creación del Diario Crónica en 1963, murió este sábado a los 86 años.

El de Héctor Ricardo García es un nombre indiscutiblemente ligado al periodismo argentino, tanto gráfico como televisivo. Fundador del diario Crónica, creador de numerosas revistas como Sucedió, Ahora o Así es Boca, pionero en la creación de señales informativas transmitiendo las 24 horas con su inconfundible Crónica TV, fue también durante años el gestor de Teleonce hasta que en 1973 el gobierno peronista intervino los canales privados. Logró, además, hacer de una emisora uruguaya un éxito argentino, como lo fue Radio Colonia a partir del segundo lustro de la década del sesenta, cuando se hizo cargo de la gestión de la emisora ubicada del otro lado del Río de la Plata pero cuya repercusión tenía mayor llegada de este lado. García impuso un estilo único de hacer periodismo. Desde esos medios marcó un camino, a través de un periodismo cargado de un lenguaje directo que penetró sin pedir permiso en las capas populares de la sociedad argentina. Su multimedios tuvo un único y nunca oculto destinatario: el pueblo. Ni el poder político ni el judicial ni el económico ni mucho menos el intelectual fueron para García lectores oyentes o televidentes de sus viscosas criaturas.

En todo caso, todo lo indiscutible que el «gallego» -como se conocía a García- tiene en términos de referencia periodística en los últimos sesenta años del país no impide señalar lo discutible en su forma de ejercer y entender el periodismo. Un amarillismo que era vivido y ejercido sin culpas ni mucho menos planteos éticos o morales. Estirando los límites de lo publicable, de lo mostrable, de lo noticioso, hasta lugares inexplorados, los medios de García fueron el reflejo de un sector de la cultura argentina que no estaba interpelado por ningún otro diario o, más tarde, canal de noticias. La contracara de la crítica a ese estilo periodístico sin filtro fue, sin dudas, la legitimación popular que sus productos periodísticos alcanzaron a lo largo de su trayectoria empresarial.

El diario Crónica, que llegó por primera vez a los kioscos el lunes 29 de julio 1963 a las 4 de la tarde, fue su principal creación y el puntapié de su pequeño imperio periodístico. Bajo un estilo directo y con un lenguaje coloquial sin pasteurizar, Crónica atrajo rápidamente el interés de un vasto grupo de lectores, principalmente trabajadores. La premisa del vespertino era clara: transformarse en el diario del pueblo, montando su agenda periodística fundamentalmente en temas policiales de cobertura sensacionalista, cuyas detalladas y morbosas crónicas eran acompañadas por material fotográfico de gran tamaño e impacto. Es decir: mostrar más de lo que por aquél entonces publicaba La razón, el vespertino que encabeza las ventas. Los crímenes escabrosos, fundamentalmente, pero también la información deportiva o las noticias gremiales o disparatadas, completaban para García los temas de intereses de las grandes masas. Los grandes titulares de lenguaje popular, completaron su obra. El reconocido «Firme junto al pueblo» fue mucho más que un icónico slogan: fue la síntesis perfecta de Crónica.

«Yo viajaba y conocía los diarios de otros países, nada que ver con los plomazos de acá. Uno agarraba Clarín, El mundo o La razón y la primera página eran cables del exterior, después de la quinta era culto católico más los debates de Diputados. ¡No había noticias! Sacando Crítica, la sección policial no existía. Yo decidí hacer un diario con las noticias nacionales adelante. Trasladé a la Argentina un estilo de periodismo que cobardemente no se hacía», señaló García en una entrevista que le concedió al periodista Marcelo Figueroa y publicada en Fue primicia (Ed. Continente). Un estilo que estuvo a punto de no desarrollarse bajo la marca de Crónica, pues desde la génesis y durante todo el desarrollo del proyecto el diario se iba a llamar Últimas noticias. Recién a pocos días de salir a la calle adquirió el nombre que se iba a convertir en una marca popular de todos los argentinos.

El diario se transformó rápidamente en un suceso de ventas, al punto que llegó a ser el único medio gráfico en la Argentina en contar con tres ediciones diarias, una matutina y dos vespertinas. A la par de la lluvia de críticas que recibía de ciertos sectores por su estilo amarillo, llegando incluso a publicar en primera plana fotos de cadáveres ensagrentados, crecían sus lectores: de los 5 mil ejemplares que vendió en las primeras semanas, pasó a los 500 mil cuando a comienzos de la década del setenta comenzaron a circular las tres ediciones. Incluso, Crónica llegó dos veces en su historia a superar el millón de ventas diarias: el 31 de octubre de 1974 con una tapa en la que se revelaba el romance entre Susana Giménez y Carlos Monzón, y el 26 de junio de 1978, el día después de que la selección argentina de fútbol ganara el Mundial.

Todo hecho y recurso que pudiera conmover a la opinión pública no solo era publicable para García, sino que Crónica debía ser el primero en hacerlo. «Nada de eufemismos ni de retorcimientos idiomáticos. La voz del pueblo ha de recogerse para el mejor entendimiento de la información. El idioma argentino será nuestra manera de decir las cosas. A la verdad hay que gritarla en su mayor acidez», escribió García en una de sus primeras editoriales. En ese punto, Crónica revolucionó al periodismo gráfico argentino, con titulares directos, sin demasiadas vueltas retóricas o poéticas ni mucho menos cargados de conceptos técnicos ni palabras «difíciles». Informar crudamente, impactar desde el título y la imagen para acaparar la atención, casi sin límites, priorizando las noticias sobre crímenes macabros, fue toda una innovación para el periodismo argentino. No en vano circula en el medio la humorada sobre que si se agarra un ejemplar de Crónica y se lo escurre con fuerza, de las páginas de papel y tinta chorrean gotas de sangre.

Ese mismo estilo fue el que trasladó tres décadas después de la creación del diario a la televisión. En tiempos en los que la TV por cable apenas empezaba a aterrizar en la Argentina, García pensó y desarrolló la puesta al aire de un canal de noticias que emitiera todos los días, las 24 horas. Así, con la misma línea editorial que el diario, Crónica TV nació el 3 de enero de 1994. Al igual que el diario, fue una pantalla hecha a imagen y semejanza de García. Un periodismo popular, sensacionalista, que en su formato audiovisual introdujo como novedad a sus famosas e inconfundibles placas rojas. La preocupación de García por la primicia, como búsqueda primordial del canal, llevó a ubicar en el medio de la redacción a un receptor de radio que reproducía la frecuencia policial y poder llegar al lugar de los hechos lo antes posible. Incluso, antes que la misma policía. Un recurso que el canal tradujo en otra clásica placa: «Fue primicia».

El periodismo popular que García solía defender lom llevó a atravesar todo tipo de límites. El escabroso y detallado análisis a los casos policiales que reproducía en las páginas del diario, limitadas a las fotografías a toda página y en tapa de cuerpos ensangrentados, encontró en el «vivo» de la señal informativa la posibilidad de alcanzar otras posibilidades. La búsqueda de impacto y de la primicia lo llevó a que, por citar un ejemplo de tantos, Crónica TV haya transmitido en vivo y en directo -y reproducido casi en loop constante en las horas posteriores- el momento en el que el ex comisario tucumano Mario «Malevo» Ferreyra se pegó un tiro en la cabeza en cámara. O dar por muertos a figuras del ámbito deportivo y político argentino antes de tiempo. La falta de rigurosidad periodística es otro de los legados de García, que desde hacía años había traspasado sus marcas al Grupo Olmos.

Periodista casi de nacimiento -trabajó como canillita y repartidor de diarios antes de terminar su escuela primaria-, García tuvo una vida periodística antes de Crónica, cuando en 1950 publicó la revista Sucedió, de corta duración, y en 1954 comenzó a editar Así es Boca, en los comienzos de su carrera empresarial. Más tarde, en 1955 creó la revista Así, que llegó a tener tres ediciones semanales. Ya como responsable de Editorial Sarmiento S.A., fue el editor de los semanarios Ahora y Flash y del diario Democracia. Su crecimiento como empresario gráfico lo llevó a pensar en ampliar su cartera periodística hacia medios electrónicos. Así fue como, tras la imposibilidad de acceder a una frecuencia en la por entonces Capital Federal, pudo incursionar en la radio, comprando Radio Colonia, ubicada en esa ciudad de Uruguay pero con importante llegada a la Argentina. Con un fuerte apego en sus tres panoramas informativos diarios, a cargo de Ariel Delgado (también directivo de la emisora) y en un fuerte equipo deportivo, en el que participaban Enzo Ardigó, Dante Panzeri, y un joven Víctor Hugo Morales, la emisora empezó a formar parte del dial de los uruguayos y de los argentinos.

En paralelo al crecimiento de radio Colonia, en 1970 García adquirió Teleonce, al que logró llevar al primer puesto de audiencia, convirtiéndolo en el dueño del mayor multimedios del país. Claro que ese lugar lo iba a tener por poco tiempo: mientras en 1973 García perdió el manejo de Teleonce ante la decisión estatal de intervenir todas las televisoras, en 1979 García tuvo que vender Radio Colonia, en medio de persecuciones, clausuras e interferencias políticas. Ese mismo año, amplió su oferta de diarios, con la adquisición de El atlántico, de Mar del Plata. Su última gran movida empresarial fue la creación en 1987 de Teledos (América TV), el canal ubicado en La Plata que con una programación popular y periodística que escaló en rating, pero del que el empresario se alejó abruptamente por conflictos con sus socios. Como otros empresarios de su tiempo, García también sufrió repetidas veces actos de censura política, al punto de que Crónica fue varias veces clausurado, y sus empresas objeto de atentados.

A lo largo de su carrera, García también fue empresario teatral: en 1972 adquirió el Cine Astor sobre la Avenida Corrientes en Buenos Aires, transformándolo en el Teatro Astros; en 1975 creó el Complejo Estrellas, y luego administró el Teatro Tronador de Mar del Plata. De bajo perfil, con muy pocas entrevistas brindadas en las últimas décadas y alejado definitivamente del periodismo, García escribió La culpa la tuve yo (Ed. Planeta), un libro en el que cuenta detalles de cada una de sus aventuras periodísticas, pero también de las clausuras que recibieron sus publicaciones y las presiones políticas que sufrió como empresario de medios.

«Desde el miércoles 7 de abril de 1954 que lancé mi primera revista, Así es Boca, conocí a dieciocho presidentes, tres repetidos (Juan Domingo Perón, Carlos Saúl Menem y Cristina Kirchner); la mayoría me complicaron mucho la vida», escribió García en su libro, que no está dedicado ni a familiares ni a ninguna idea grandilocuente, de esas que suelen escribirse con aspiración de eternidad, sino a Mickey Mouse, «el ratón que mantiene un imperio nació el mismo día que yo».

(Fuente: Página 12)