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En un medio de comunicación local se anuncia que ingresará a la legislatura un proyecto que derogue las leyes vigentes referidas a la prostitución para qué, quienes estén en situación de prostitución puedan “trabajar” tranquilamente. En este punto acordamos, debido a que el perseguir a quien por diferentes situaciones deben recurrir a este medio de vida, no resuelve la situación de vulnerabilidad y va en contra de la Constitución, es un precepto prohibicionista que solo busca penalizar y esconder una problemática.

Debemos aclarar, que no intentamos criminalizar la prostitución autónoma como ejercicio individual, que de hecho no está penada; lo que sí está penado es la explotación de la prostitución ajena. Ante estos hechos es importante afirmar nuestra posición abolicionista sobre la misma y recordarles a las autoridades que Argentina es un país abolicionista tal y como consta en las leyes vigentes y tratados internacionales a los cuales argentina adhiere.

Como abolicionistas consideramos que el uso de la genitalidad como medio de vida no puede ser considerado trabajo, sino una forma más de violencia a la que se nos somete por nuestra condición de mujer, como así también diversas identidades de género. La sexualidad debe ser vivida en plenitud, basada en la igualdad, el respeto y la responsabilidad afectiva, donde el disfrute, la voluntariedad y la intimidad no estén signadas por concepciones patriarcales atrasada, que busca el placer del “macho dominante” a través del ejercicio del poder para el disfrute.

No es posible referirse a la prostitución sin tener en cuenta que la causa fundamental es que vivimos en una sociedad signada por estructuras patriarcales donde las relaciones continúan signadas por las desigualdades sociales y las relaciones de dominio y poder, donde quien paga puede hacer lo que quiera con lo que compró, reduciendo a la mujer a un objeto, una cosa, capaz de ser usada y descartada.

La mayoría de las mujeres e identidades de género que llegan a la prostitución lo hace debido a situaciones de vulnerabilidad, pobreza, falta de oportunidades reales, situaciones de abuso o violencia, son la causas que hacen de esta práctica un medio de vida. No es posible banalizar o hablar de libre elección cuando quien debe poner el cuerpo para la satisfacción de otro lo hace por necesidad.

Se pretende instalar la teoría del contrato como un acuerdo de voluntades entre personas libres u autónomas. Una compraventa entre iguales. No hay igualdad cuando hay discriminación de clase y género, es netamente una relación de dominación, subordinación y explotación sexual de mujeres, institucionalizada y legitimada por el patriarcado.

Romantizan la prostitución como algo económicamente conveniente, que promete una vida de confort y bienestar. Pero la realidad es muy diferente cuando se escucha el relato en primera persona, las historias dan cuenta del daño físico, sicológico y emocional, además de la estigmatización y continuidad y profundización de la pobreza. La realidad económica de las mujeres tiene mayores niveles de desempleo, trabajo precarizado, en negro, con salarios más bajos. En las crisis las mujeres, muestran mayor responsabilidad en garantizar la supervivencia familiar, con menos margen para separarse de las personas que cuidan. Muchísimos hogares son monoparentales, muchas mujeres son sostén de familia.

Es importante trabajar fuertemente en la implementación de políticas públicas tendientes a la construcción de otro tipo de sociedad donde la vinculación esté basada en la igualdad y el respeto, tales como la aplicación real y efectiva de la Ley de Educación Sexual Integral, programas de incorporación con trabajos genuinos para mujeres y otras identidades de género en situación de prostitución que generen condiciones de vida dignas que apunten a superar la desigualdad, como consta en  el proyecto de ley recientemente presentado en Congreso Nacional para la Erradicación del Sistema Prostituyente, Prevención de la Prostitución y Restitución de derechos. Es fundamental la implementación de campañas para concientizar y desalentar el consumo de sexo mediante el pago.

Como abolicionistas luchamos por la libertad de decidir como con quien y de qué manera vivir nuestra sexualidad, que la discriminación, la pobreza y la violencia no sean un condicionante para ello.

MARÍA ARROYO-PERLA WELNER