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ANTE LA INVASIÓN RUSA A UCRANIA.

Repudio a la invasión rusa a Ucrania.

Oposición a todas las guerras imperialistas.

Ni Rusia, ni EEUU y la OTAN en Ucrania

Ni EE.UU., ni Inglaterra, ni China, ni Rusia. Ningún imperialismo en Argentina

Por Horacio Micucci

No se trata de cambiar de collar, se trata de dejar de ser perro

Arturo Jauretche

Ante la invasión a Ucrania por parte de Rusia es preciso afirmar los puntos siguientes:

1.- El repudio a la invasión rusa a Ucrania. Se trata de otra típica agresión imperialista que, por un lado, usa el argumento del interés geopolítico y la seguridad de las potencias en todo el mundo buscando el control de materiales estratégicos o para controlar las áreas que suponen de interés militar para la disputa con otras potencias por la rapiña de pueblos, países y naciones del mundo oprimido, entre los cuales nos contamos. Por otro lado, vulnera dos principios fundamentales para los patriotas y luchadores por la soberanía de los pueblos:

a) la integridad territorial de los países y

b) el derecho a la no injerencia en los asuntos internos de otros países.  En este caso son los ucranianos quienes deben decidir su destino expulsando al invasor, sin someterse a otras potencias o grupo de ellas. En nuestro caso somos los argentinos los que, tarde o temprano, deberemos expulsar a quienes nos rapiñan. Frente a Venezuela o Cuba, son los pueblos de esos países los que deben decidir sus caminos. Pensarlo de otra manera sería admitir la propuesta estadounidense de intervención en esos países, como si Estados Unidos y otras potencias tuvieran un derecho de tutoría sobre los demás.

No se trata de elegir a que bloque imperialista subordinarse. Se trata de que cada país elija su camino independiente, sin injerencia externa. La experiencia ucraniana demuestra que, a la hora de la verdad, los ucranianos quedaron solos. Las potencias actuaron y actúan según sus fines estratégicos, no según el interés de los pueblos.

2.- En ese sentido esta nueva invasión responde a los mismos patrones de conducta política de las injerencias e invasiones realizadas por Rusia en otras partes, incluido el Cercano y el Medio Oriente. Y debe aclararse que merece el mismo repudio que las invasiones e injerencias de EE.UU. u otras potencias imperialistas en las mismas u otras zonas.

Resulta sorprendente que potencias agresoras a lo largo de su historia, hoy se rasguen las vestiduras, ante la invasión rusa a Ucrania. Como Inglaterra, que nos invadió varias veces (como en 1806 y 1807). Y que nos agredió en 1982, durante la Gesta de la Guerra Justa por la recuperación de Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, con EE.UU., su aliado en la OTAN, cercenando una parte de nuestro territorio, y el cielo y los mares adyacentes y estableciendo la Base más grande de ese bloque militar (OTAN) en Latinoamérica. O que, a través del magnate inglés Joe Lewis, amigo del ex presidente Macri (que lo ha avalado en su ocupación ilegítima de territorio argentino, visitándolo y vacacionando en su otro latifundio en la costa atlántica), que controla con argumentos ilegales el Lago Escondido, impidiendo, con verdaderas fuerzas paramilitares, el acceso de los argentinos al mismo. Ese mismo ingles Lewis que tiene en el mismo paralelo 42, pero sobre la costa atlántica, un aeropuerto del tamaño del Jorge Newbery de la Ciudad de Buenos Aires, en el que pueden aterrizar, en dos horas, aviones provenientes de la colonia usurpadora inglesa en las Malvinas y cortar la Argentina Continental en dos. Los peligros de cercenamiento de nuestros territorios no son imaginarios; el ex gobernador de Mendoza, Cornejo ha propuesto la separación de Mendoza primero y de Mendoza y Córdoba después. Muchos son los que quieren y trabajan para que Argentina sea una unión laxa de republiquetas dependientes. Quieren lotear a Argentina para venderla en retazos.

3.- Con la brutalidad que lo caracteriza, el ex presidente de EEUU, Donald Trump ha declarado que él procedería igual que Rusia en Ucrania, invadiendo el norte de México. Porque sugiere que, en su disputa con China, y con argumentos similares, EE.UU. se podría extender militarmente hasta llegar a anexar toda América Central y el Caribe. Esto no debe tomarse como una bravata, sino como un blanqueo de los principios de soberanía limitada para nuestros países, que sostienen todas las potencias imperialistas.

Siguiendo ese camino, potencias extranjeras controlan nuestros ríos (como el Paraná, hoy llamado “Hidrovía”), una Flota Estadounidense vigila nuestro Atlántico Sur y, junto a los ingleses controlan nuestros mares, limitando nuestra soberanía, siendo que poseemos el quinto litoral marítimo del mundo de 6.800 Km, y intentando bloquear nuestra proyección antártica. Ellos promueven una Argentina indefensa y sumisa, sin marina mercante, sin flota pesquera y sobre todo sin una Armada que permita asegurar nuestra soberanía marítima.

4.- Lo que vemos en Ucrania es la bestialidad de las potencias. Buscan las guerras rápidas, como hicieron en Malvinas, en Irak y Afganistán, pero los pueblos pueden empantanarlos y vencerlos, como hemos visto reiteradas veces en la historia. Recientemente en Afganistán, o hace tiempo en Vietnam.

No importan las características del gobierno del país invadido. Las guerras de un país oprimido contra un país opresor son justas, independientemente de las características de gobierno del país oprimido y de quién empiece la guerra. Así fue en la Justa Guerra por la Recuperación de nuestras islas. Esa guerra fue justa para los argentinos e injusta para el colonialista inglés. Los que opinaron y opinan lo contrario son los que creen que nos libramos de la Dictadura gracias a Margaret Thatcher, subestimando y despreciando el papel del pueblo argentino… y embelleciendo a los ingleses.

De la misma manera la invasión de Ucrania es injusta para el imperialismo ruso y justa para los ucranianos. Son los ucranianos los que deberán evitar las contradicciones entre ellos, incentivadas por los opresores, para unirse y vencer en una lucha que, sin duda, deberá ser prolongada, como son todas las guerras de los pueblos.

La guerra por la independencia americana fue justa para los latinoamericanos e injusta para los colonialistas españoles.

No nos es indiferente que los ucranianos venzan. Junto con la derrota yanqui en Afganistán, sería una muestra más de que los pueblos pueden vencer. Su triunfo alentará a otros países oprimidos a luchar por sus derechos, basándose en su fuerza propia y su camino propio.

5.- Resulta sorprendente que algunos no critiquen a Rusia o a China en estas circunstancias. Han olvidado o no saben que Mao Tse Tung había caracterizado, ya en los años 60, a la URSS como un país social imperialista (socialista de palabra e imperialista en los hechos) y social fascista (socialista de palabra y fascista de tipo hitleriano en los hechos). La Rusia actual es continuidad de eso. No es un “país emergente”, eufemismo para ocultar su carácter de imperialista moderno. Eso también vale para China hoy.

Putin es heredero de la KGB de esa URSS degradada desde 1957. Por eso critica a Lenin en su actitud ante el problema nacional. Lenin respetaba las identidades nacionales y promovía la integración voluntaria de los países a la URSS y decía:

“Nosotros queremos una unión voluntaria de las naciones: una unión que no tolere violencia alguna de una nación sobre otra, una unión que se base en la más plena confianza, en la clara conciencia de la unidad fraternal, en un acuerdo plenamente voluntario. Tal unión no se puede realizar de golpe; es preciso llegar a ella a fuerza de grandísimo cuidado y paciencia para no malograr la obra, para no provocar la desconfianza, para dar tiempo a que desaparezca la desconfianza engendrada por siglos de opresión por parte de los terratenientes y capitalistas, por el régimen de la propiedad privada y los odios producidos por los sucesivos repartos de esta propiedad. Por eso, aspirando constantemente a la unidad de las naciones, yendo inflexiblemente contra todo lo que las divida, debemos ser muy prudentes, pacientes y tolerantes hacia las supervivencias de la desconfianza nacional.”

Lo contrario a lo que sostiene y hace Putín. Putin reivindica el nacionalismo gran ruso. Nacionalismo de gran potencia o “chauvinismo”. Que quiere reconstruir el imperio ruso de los zares, que fue (como la URSS desde 1957) “una cárcel de naciones”. Ese nacionalismo de gran potencia no es el patriotismo o nacionalismo de los países oprimidos como el nuestro.

Quienes ya tenemos algunos años tuvimos este mismo debate en 1968, en ocasión de la invasión de la URSS a Checoeslovaquia. La URSS invadió Checoeslovaquia en esos años, no para defender al socialismo sino para destruir los consejos obreros que se habían formado allí. Para destruir hasta el mínimo vestigio de una democracia grande. Para hacer lo que había propuesto Alsogaray antes del Golpe de 1976 en Argentina: “hay que destruir los soviets de fábrica”.

6.- Con los hechos de Ucrania queda claro que no existe ese “mundo serio” al que deberíamos entrar “por la puerta de servicio” al decir de Eduardo Galeano. Existe un mundo de potencias que disputan por la rapiña de nuestros países. Por eso, lo que nos proponen, abiertamente ahora, es el alineamiento geoestratégico con algunos de los polos que se están gestando a medida que aumentan los factores de guerra comercial y militar. Muchos ven, recién ahora, esos factores de guerra de los que hemos advertido reiteradamente. En estos días el mundo se bambolea al borde de la Tercera Guerra Mundial. Ya Francisco ha hablado de una Tercera Guerra Mundial por etapas.

Y, un dato más, Ucrania es, “casualmente”, otro de los grandes deudores del FMI, como nosotros. O como Grecia, aplastada por el FMI y el Banco Europeo, y luego rapiñada por China para hacerla parte de su nuevo Camino de la Seda. No sigamos el camino griego.

Lo que está ocurriendo demuestra que no sirve el camino de subordinarse a un bloque para liberarse de otro. Que no es cierto lo que propuso un funcionario del Proceso en épocas de Martínez de Hoz de que es lo mismo producir acero que caramelos. Que debemos controlar nuestra energía con una YPF Sociedad del Estado y no sociedad anónima, que sea 100% estatal, monopólica y eficiente, retomando la política del General Mosconi. Que debemos controlar nuestra minería, expulsando a los monopolios megamineros. Que debemos tener vacunas de patente nacional, y no depender de patentes extranjeras, porque lo que ocurre en Ucrania nos está advirtiendo que podemos carecer de ellas. Que debemos defender nuestro ambiente como parte del patrimonio nacional. Que debemos tener soberanía alimentaria. Que no debemos pagar deudas ilegítimas, usurarias, fraudulentas y odiosas porque si no nuestro pueblo sufrirá indecibles dolores, y nuestro desarrollo independiente será imposible. Que la tierra es para el que la trabaja. Que no debemos adorar al capital extranjero porque el verdadero capital se forma en casa. Sólo hay que evitar que se lo lleven. Como pensaban el General Mosconi, Adolfo Silenzi de Stagni o Scalabrini Ortiz.

Que no queremos elegir el amo. Que no queremos ningún amo.

Para que haya Techo, Tierra y Trabajo, como dice Francisco, con educación, salud y alimentos para todos. Y tal vez haya que ir pensando en medidas como las del Primer Plan Quinquenal de 1946.

La invasión a Ucrania nos debe alertar que debemos volver al Acta de nuestra Independencia del 9 de julio de 1816: INDEPENDIENTES DE TODA DOMINACIÓN EXTRAJERA

27 de febrero de 2022