Milei en Madrid prometió un “milagro económico” que solo existe en los PowerPoints libertarios

Javier Milei se reunió en España con un reducido grupo de empresarios para “presentar el rumbo económico de la Argentina”. Rodeado de su círculo íntimo, el presidente repitió su discurso de apertura de mercados y equilibrio fiscal, ignorando la creciente pobreza, el desempleo, la destrucción del salario y el vaciamiento del Estado. Detrás del relato de las “inversiones que vendrán”, se esconde un país que sangra.
El show continúa: Milei en modo vendedor ambulante de promesas
Este 14 de junio, desde Madrid, Javier Milei volvió a vestirse de CEO para presentar su país como un “producto atractivo” ante empresarios de distintos sectores. Con su hermana Karina Milei, el canciller Gerardo Werthein y el embajador Wenceslao Bunge Saravia como séquito, el presidente repitió sus dogmas neoliberales: ajuste, libre mercado, propiedad privada y apertura económica. La reunión, cuidadosamente escenificada, funcionó más como acto de marketing político que como política de Estado.
Lo que Milei presentó como una “nueva era” para la Argentina, basada en “el respeto irrestricto por la propiedad privada” y el “equilibrio fiscal permanente”, en los hechos está significando un empobrecimiento brutal para las mayorías: despidos masivos, licuación de jubilaciones, parálisis de la obra pública, destrucción del sistema científico y educativo, y una caída del poder adquisitivo sin precedentes.
Una escenografía para tapar la catástrofe
Mientras el presidente ofrece discursos entusiastas a empresarios europeos, la Argentina vive su crisis más profunda en décadas. El tan mentado “saneamiento de las cuentas públicas” se está logrando a costa de pulverizar los ingresos de trabajadores, jubilados, estudiantes y sectores vulnerables. No hay generación de riqueza ni mejora estructural: hay saqueo del Estado y transferencia obscena de recursos hacia los sectores más concentrados.
El comunicado oficial habla de “interés creciente” de empresarios por invertir en el país. Pero hasta ahora, el único interés real se ha traducido en compras de activos devaluados, especulación financiera y fuga de capitales. No hay un solo indicador de reactivación de la economía real. La inversión productiva brilla por su ausencia, y la única certeza es la profundización de un modelo extractivista y precarizador.
Un rumbo económico que no se negocia… aunque destroce vidas
Milei insiste en que “el rumbo económico no se negocia”. En otras palabras: aunque la recesión se profundice, aunque los comedores populares no den abasto, aunque se hunda la salud pública, aunque los científicos emigren, aunque el desempleo crezca… nada lo hará cambiar de dirección. Su gobierno no negocia, ni siquiera con la realidad.
El relato de “dejar atrás décadas de decadencia” es una provocación frente al pueblo que sufre. Porque el modelo que Milei implementa es el mismo que ya fracasó en los años 90 y durante el macrismo: apertura indiscriminada, endeudamiento externo, ajuste fiscal y beneficios para unos pocos. La “nueva era” que proclama no es más que la restauración brutal del viejo orden neoliberal.
La distancia entre el Palacio y la calle
Mientras Milei se saca selfies con empresarios en hoteles cinco estrellas de Madrid, en Argentina los trabajadores informales no llegan a cubrir una canasta básica, los docentes exigen paritarias que no existen, las universidades públicas marchan por su supervivencia y los hospitales denuncian falta de insumos. El presidente que prometió dinamitar la casta ha construido su propio castillo de privilegios, blindado y distante de la calle.
Marketing, fe ciega y colapso social
La “gira europea” de Javier Milei es una puesta en escena. Una performance para convencer a un pequeño círculo económico de que Argentina es un terreno fértil para hacer negocios… aunque sea sobre los escombros de los derechos sociales. El verdadero país está muy lejos de esas reuniones de hotel: está en las calles donde la bronca crece, en los barrios donde falta comida, en los hogares donde se apagan los sueños de miles de jóvenes sin futuro.
El mundo, dice el comunicado, “mira con atención”. Ojalá también mire con compasión. Porque el experimento libertario ya dejó de ser una promesa disruptiva y se convirtió en una tragedia real. Y cada día que pasa sin corregir el rumbo, la Argentina se hunde un poco más.