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Milei firma con Trump un salvataje financiero que hipoteca la soberanía argentina

El presidente argentino selló en la ONU un acuerdo con Estados Unidos para cubrir vencimientos de deuda por casi 28.000 millones de dólares. El respaldo político de Trump viene acompañado de un alineamiento geopolítico que relega al Congreso y profundiza la dependencia externa.

En Nueva York, Javier Milei se mostró sonriente junto a Donald Trump, pero detrás de la foto hay una historia que desnuda la fragilidad del proyecto libertario. Argentina enfrenta vencimientos de deuda por unos 28.000 millones de dólares entre fines de 2025 y mediados de 2026, y la salida encontrada por el gobierno fue aceptar un voluminoso préstamo de Estados Unidos, gestionado a espaldas del Congreso y condicionado por la estrategia global de la Casa Blanca.

El acuerdo, que será formalizado por el secretario del Tesoro Scott Bessent, no se presenta como un crédito tradicional sino como un swap de divisas. Washington girará dólares al Banco Central mientras la Argentina depositará pesos en una cuenta del Tesoro en Nueva York. El artilugio legal evita el debate legislativo y asegura a Milei recursos frescos para sostener su programa de ajuste, aunque a cambio compromete la soberanía económica del país.

Trump, en campaña por su propia reelección, aprovechó la ocasión para mostrarse como padrino político de Milei, al que calificó de “luchador” y “ganador”. El aval explícito del republicano no es un gesto inocente: significa la consolidación de una alianza ideológica y estratégica que incluye bloquear la influencia china en América Latina y poner a la Argentina como peón en el tablero de la disputa global.

Mientras Milei agradecía el “apoyo incondicional” de Trump, quedaba en evidencia la magnitud del condicionamiento externo. La deuda con organismos multilaterales, los bonos y letras en circulación, y el controversial BOPREAL presionan sobre una economía que sigue en recesión, con salarios pulverizados y pobreza en ascenso. La promesa de estabilidad financiera se construye sobre un endeudamiento colosal que, como siempre, pagará el pueblo argentino.

La escena es tan clara como brutal: un presidente que se dice “liberal” pero que recurre al auxilio del Estado más poderoso del mundo para sostener su propia supervivencia. El costo político y económico de este salvataje no tardará en sentirse, porque cada dólar prestado implica nuevas ataduras y menos margen para decidir de manera autónoma. La pregunta es obvia: ¿qué queda de la soberanía nacional cuando las decisiones centrales se negocian en Manhattan bajo el amparo de Trump?