Cómo llega la economía real a las elecciones legislativas 2025

A pocos días de las elecciones legislativas, la economía real atraviesa una situación delicada, con varios sectores clave en un escenario igual o peor al registrado durante el año pasado, momento del «mayor ajuste de la historia», en palabras del propio Gobierno. En este sentido, si bien hay rubros que exhiben mejoras, no alcanzan para compensar la situación del resto, golpeada por la caída del consumo, la volatilidad cambiaria y el incremento de las importaciones.
«La actividad económica en Argentina llega a las elecciones estancada», sintetizó en diálogo con Ámbito el economista y director del centro de estudios Orlando Ferreres, Fausto Spotorno. En su opinión, la economía «ha llegado a un punto máximo que no está pudiendo superar». Y ahondó: «Es el mismo nivel que no se pudo superar en 2022, 2017, 2013 y 2011. Ahí tenemos un techo».
Industriales advierten que la caída de la actividad y las altas tasas «complican la transición» económica
Según el último dato del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del Indec, la economía cayó 0,1% mensual en julio, mientras que diferentes estimaciones privadas y sectoriales plantean un escenario de recesión. Por caso, PulsoPBA arrojó una caída de 1,8% durante el tercer trimestre, neutralizando el aumento observado durante el segundo trimestre del año.
Sin embargo, para Spotorno la situación actual «tiene algunas particularidades» respecto a otros momentos del pasado. En su opinión, el freno en la actividad «no ha sido homogéneo» debido a que «hay sectores que efectivamente han logrado crecer, como minería, agro, petróleo y gas, mientras que otros siguen estancados o frenados, como puede ser el sector de la construcción o la industria».
Los matices dentro del agro
La campaña agrícola 2025/26 se encamina a sostener un nivel de siembra históricamente alto, destacaron desde Coninagro. «Se proyectan 37,8 millones de hectáreas entre trigo, cebada, girasol, maíz, soja y sorgo, lo que representa el tercer mayor registro de la historia considerando este conjunto de cultivos», destacaron.
La producción de yerba mate también mantiene un desempeño sólido en la comparación interanual, con 17 meses consecutivos de alzas. «Sin embargo, empiezan a notarse señales de agotamiento por una base de comparación cada vez más elevada: en agosto, la variación mensual fue negativa», explicaron.
De manera similar, la producción lechera prolonga su buen momento. «En agosto se obtuvieron 1.090.445.698 litros, máximo histórico, 18% por encima de agosto de 2024 y 8% más que en julio. En el acumulado de enero a agosto, el volumen fue 12% superior al del mismo período de 2024», detallaron.
Sin embargo, también explicó que varios sectores industriales dentro del agro experimentaron retrocesos. Por ejemplo, la cámara empresaria remarcó que «tras el buen desempeño de julio, la producción de carnes retrocedió y se ubicó en 270,8 mil toneladas, lo que implica una caída de 20 mil frente al mes anterior y de 10 mil en comparación con agosto de 2024».
La comercialización interna de vinos también bajó, con un retroceso de 17,2% interanual, aunque avanzó 2,9% frente a julio. Las ventas externas también sufrieron bajas, con un rojo de 16,5% respecto de agosto de 2024. Por su parte, en la molienda de trigo se registró una caída interanual de 6,4%, producto de la caída en la producción de trigo para pan, que «cayó con fuerza respecto de julio (-48 millones de toneladas)».
A su vez, la producción de maquinaria agrícola cayó con fuerza en ambas comparaciones: 12% interanual y 14% mensual. Como consecuencia, el sector alcanzó el nivel más bajo de los últimos seis meses.
La situación crítica en la industria
En su último informe, la consultora Vectorial explicó que en la economía real «se manifiestan con claridad los signos de deterioro y no parece existir un indicador o variable que, arrancado el segundo semestre del año, arrojen señales positivas». En este sentido, destacaron la constante caída en el uso de capacidad instalada en la industria, que se encuentra en niveles históricamente bajos.
Afirmaron que «esta dinámica ya no pareciera responder a factores coyunturales, sino que constituye un signo inequívoco del programa económico del gobierno nacional, que deliberadamente no posee un enfoque industrial, sino que, al contrario, ha priorizado objetivos macroeconómicos (desinflación a partir de apreciar el tipo de cambio y apertura importadora) que sacrifican la actividad productiva manufacturera».
Sobre este punto, mencionaron que «la industria automotriz, la alimenticia, edición e impresión, y papel y cartón muestran incrementos mínimos que no logran compensar el deterioro generalizado». Por su parte, aclararon que si bien la refinación del petróleo «emerge como la excepción destacada», mostrando un crecimiento interanual de 4,9% en agosto, según el Indec, «su desempeño desanclado del ciclo económico nacional lo posiciona como caso aislado que no refleja la realidad del resto de la actividad manufacturera».
Y agregaron que «esta configuración sectorial pone de manifiesto un tejido productivo en promedio estancado, donde los avances son puntuales o débiles, mientras que las caídas son significativas». Por su parte, Spotorno reconoció a este medio que «la industria tiene un cambio de contexto muy dramático», una situación que «requiere modificaciones, cambios estructurales y también inversiones».
De manera complementaria, la economista Agustina Monti explicó a Ámbito que la volatilidad cambiaria tampoco le juega a favor al sector: «El tema de que nunca sepas a cuánto va a estar el dólar no te permite planificar, hasta corto plazo es difícil, porque no sabés cuándo comprar insumos. Mucha de nuestra industria tiene insumos totalmente dolarizados».
Además, comentó que las pymes «para financiar su capital de trabajo hoy la tienen muy complicadas con el nivel de tasas, es casi imposible». El martes de la semana pasada, la tasa de interés de préstamos por adelantos en cuenta corriente llegó a 190%, récord desde 2009.
Las señales débiles de la construcción
Consultado por el sector de la construcción, Spotorno consideró que «es un sector que se está recuperando muy lentamente», producto de que «tiene particularidades que le están frenando, en especial la cuestión del exceso de inventario que hay en el sector inmobiliario». Y detalló: «Se están vendiendo más inmuebles, pero hay muchos inmuebles construidos sin vender. Eso hace que no haya incentivos a construir. El costo de la construcción también juega un papel».
En agosto, el índice del costo de la construcción en el Gran Buenos Aires arrojó un incremento de 3,2%, mientras que la actividad mostró una variación interanual de 0,4% y un incremento mensual de 0,5%. Se trata de una tendencia que se mantendría en septiembre. El Índice Construya, que mide la evolución de los volúmenes vendidos al sector privado, registró una suba del 1,08% mensual y un ascenso de 6,5% contra el mismo mes del año pasado.
Por su parte, Monti trajo a colación una diferencia respecto a la situación del año pasado: las expectativas. «Tanto el sector de la construcción como el sector industrial, se estaba vislumbrando que eventualmente el 2025 iba a ser un año mejor, y como no lo fue, las expectativas están negativas, eso tampoco ayuda a que esto se reactive», argumentó.
Consumo, comercio e importaciones
Spotorno consideró que el comercio «viene golpeado» producto de los escenarios en la construcción, pero sobre todo en la industria, factor al que le agregó «un cambio en los precios relativos que altera completamente la estructura de gasto de los hogares».
En este sentido, las ventas minoristas pyme descendieron 4,2% interanual en septiembre y un 2% en la medición mensual, aunque se mantienen 5% por encima del acumulado del año pasado, según la CAME. «Traza una trayectoria que comienza en crisis, transita por una fugaz recuperación y termina nuevamente en caída, evidenciando la fragilidad estructural de la demanda interna», opinaron desde Vectorial sobre el dato.
En este sentido, subrayaron que «mientras la producción local se contrae y el consumo minorista cae, las importaciones experimentan un crecimiento significativo en rubros vinculados a bienes finales», lo cual deriva en un «círculo vicioso» para la economía. «Menor producción local genera desempleo y caída de ingresos, lo que a su vez reduce la demanda de productos nacionales y refuerza la opción por importaciones», concluyeron.