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20 de junio: la bandera flamea en medio de una Argentina que resiste

Cada 20 de junio, las escuelas se llenan de actos, los niños prometen lealtad, y las plazas se visten de celeste y blanco para conmemorar el paso a la inmortalidad del general Manuel Belgrano. Sin embargo, este 2025, esa promesa que miles de niños hacen frente a la bandera tiene un trasfondo distinto: uno marcado por las dificultades económicas que atraviesan millones de familias argentinas.

La bandera argentina, símbolo de unidad, esperanza y lucha, hoy flamea sobre un país que busca sostenerse de pie en medio de la incertidumbre. La inflación golpea los bolsillos con una fuerza que ya parece costumbre. Los alimentos aumentan, los servicios se encarecen, y el salario pierde valor día tras día. El costo de vivir en Argentina se hace cada vez más alto, mientras que los sueños de progreso parecen alejarse, sobre todo para las juventudes y para los sectores más vulnerables.

Este Día de la Bandera no puede estar desconectado de la realidad social. Manuel Belgrano, creador de la enseña patria, no fue sólo un prócer: fue un hombre comprometido con la educación, la soberanía económica y el bienestar del pueblo. Si viviera hoy, quizás volvería a preguntarse cómo construir un país más justo desde los valores que dio origen a nuestra identidad nacional.

Las calles de Rosario, donde flameó por primera vez la bandera, hoy también expresan el descontento: docentes que marchan, trabajadores que reclaman salarios dignos, y jóvenes que buscan oportunidades que no emigran. En cada rincón del país, la celeste y blanca sigue siendo símbolo de pertenencia, pero también de lucha y esperanza.

En esta fecha, el homenaje no puede ser sólo protocolar. La mejor forma de honrar a Belgrano es recuperar su compromiso con una patria equitativa, soberana y con derechos. Es repensar qué nación queremos construir y qué valores sostenemos cuando el contexto aprieta.

Mientras tanto, la bandera sigue ahí, alta, flameando sobre nuestras cabezas. Como un faro. Como un recordatorio de que todavía hay algo en común que nos une, incluso en los tiempos más difíciles.