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El SNP escocés y el Labour plantean una alianza para derrocar a Johnson

En los jardines del palacio de Westminster, delante de la torre Victoria y al lado del Támesis, hay una copia de la escultura de Auguste Rodin Los burgueses de Calais, un homenaje a los seis valientes del puerto francés del canal de la Mancha que, en una situación desesperada tras once meses de asedio por parte de las tropas inglesas encabezadas por el rey Eduardo III, aceptaron la oferta de entregarse –presumiblemente para ser ejecutados– a cambio de la supervivencia del resto de la ciudadanía.

El episodio ocurrió en el siglo XIV, durante la guerra de los cien años. Ahora, en plena guerra del Brexit, la Cámara de los Comunes busca también un grupo de héroes que estén dispuestos a renunciar, si no a su vida, sí a sus carreras políticas, con tal de impedir que el Reino Unido salga por las bravas el 31 de octubre de la Unión Europea, porque así lo dispone Boris Johnson, aunque el Parlamento se oponga a un no deal e incluso aunque el primer ministro pierda una moción de censura. Si nadie hace algo dramático, la inercia llevará a ese resultado.

GOBIERNO DE UNIDAD A Corbyn no le agrada la idea, pero podría ser la única manera de parar los pies a Boris

Johnson ha puesto sus cartas sobre la mesa (salvo que tenga otras guardadas debajo de la manga), y ha dicho que su estrategia es agarrarse a la silla y no convocar elecciones hasta que el Brexit haya sido implementado. Aunque la convención es que un premier que pierde una moción de confianza ha de abrir paso a un sucesor lo antes posible, la ley electoral no establece un plazo de tiempo concreto, y Boris, amparándose en ese tecnicismo, intentaría dejar correr el reloj hasta el 1 de noviembre, y convocar entonces a las urnas. La idea es que la única carretera que lleva a los tories a una mayoría es sacando al país de la UE, recuperando los votos que le ha robado Nigel Farage, haciendo mella en las circunscripciones laboristas lea ve del norte y el centro de Inglaterra, y compensando así con creces los escaños que perderá ante los liberales demócratas y los nacionalistas escoceses.

Frente a esa jugada maquiavélica, que puede llevar al país a su mayor crisis constitucional desde que Carlos I perdió (literalmente) la cabeza y Oliver Cromwell suspendió el Parlamento, y poner a la reina en el brete de cesar o no cesar a Boris si pierde la moción de censura, ¿qué pueden hacer los remainers, y quiénes serán el equivalente contemporáneo de los burgueses de Calais, si es que alguien da el paso al frente? Hasta ahora sólo ha habido pasos atrás, como los de Nicky Morgan y Amber Rudd, que tras liderar la campaña anti-Brexit se han pasado al bando de Boris para conservar sus prebendas.

ALIANZA PROGRESISTA El Labour y el SNP han iniciado contactos para crear un bloque que neutralice a los ‘tories’

Mientras Downing Street avanza a toda máquina hacia la salida desordenada el 31 de octubre, la oposición, desperdigada por las vacaciones estivales, busca una estrategia para frenar los designios de Boris. El líder laborista Jeremy Corbyn ha echado un jarro de agua fría sobre la idea de un gobierno de unidad nacional, aunque sigue siendo una de las pocas hipótesis viables para impedir el Brexit: una administración multicolor tras una moción de censura, encabezada por un miembro moderado del Labour (Keir Starmer, Yvette Cooper, Margaret Beckett…), o incluso por Kenneth Clarke, el tory proeuropeo que es el abuelo y patriarca de la Cámara de los Comunes.

Esa coalición tendría el objetivo limitado de evitar la salida sin acuerdo el 31 de octubre, convocar un segundo referéndum y elecciones. Pero el Labour y el SNP han puesto sobre la mesa una vía diferente: una “alianza progresista” (tal vez con otros invitados como el Plaid Cymru galés y los Verdes), en la que los nacionalistas de Escocia darían su apoyo a Corbyn, a cambio de un segundo referéndum de independencia (la última encuesta da al sí una ventaja del 52% al 48%). Sería una bomba política.

El número dos del Labour, John McDonnell, se ha declarado partidario del plan en una intervención en el festival de Edimburgo, mientras que la líder del SNP, Nicola Sturgeon, ha comentado que Corbyn no es su político favorito, pero está dispuesta a pactar con él con tal de asegurarse otra consulta soberanista, parar los pies a Johnson e impedir que el país sea sacado a la fuerza de la Unión Europea, en contra de la voluntad de la mayoría de sus votantes. Los nacionalistas escoceses, con 35 diputados, constituyen la segunda fuerza de oposición en Westminster. Hasta ahora el Labour era contrario a un segundo referéndum de independencia, y su cambio de posición es trascendental. El destino de Escocia está unido inexorablemente al del Brexit.

Después de que los seis burgueses de Calais se entregasen, la reina Felipa, mujer de Eduardo III, le pidió que perdonase sus vidas como premio a su acto heroico. La ciudad cayó, pero sus gentes vivieron. Boris Johnson no sería tan generoso como el monarca medieval.

(Fuente: La Vanguardia)