Lo siento, no hay encuestas disponibles en este momento.

En medio de la pandemia el macrismo ataca al Gobierno nacional

La aparición de una ofensiva en las redes contra el gobierno, con los cacerolazos supuestamente para pedir que los políticos se bajen el sueldo y con acompañamiento de comunicadores alineados, desató una feroz interna en Juntos por el Cambio (JxC). En la fuerza macrista todos coinciden en que los golpes son, sin dudas, contra Alberto Fernández, pero que el verdadero objetivo es pegarle al incipiente liderazgo de Horacio Rodríguez Larreta dentro del PRO, Cambiemos y JxC. Una parte de los macristas dice que quien fogonea la ofensiva es el ex jefe de Gabinete, Marcos Peña, que sigue manejando un ejército de trolls a través de cuatro consultoras a las que les dio contratos millonarios en su momento. Del otro lado, están los que dicen que en verdad la avalancha la origina Patricia Bullrich, que acaudilla a ex integrantes del equipo de Peña y se nutre de una red que armó junto con algunos de los diputados más duros del macrismo. «Marcos está en la casa rascándose», dicen los marquistas. Interpretando la explosión interna, Elisa Carrió salió a la cancha a «expresar nuestro respaldo a Rodríguez Larreta. No hay lugar para oportunismos ni para irresponsables». En el marco de semejantes peleas, el silencio de Mauricio Macri suena atronador, pero parece estar del lado beligerante contra el gobierno, alineado con los empresarios y considerando que no se debe priorizar tanto la salud.

Incomodidades

Es evidente que la fuerza opositora está desteñida con el crecimiento de las opiniones positivas sobre Alberto Fernández y el gobierno, incluso entre los votantes tradicionales del PRO. A eso se sumó el trabajo en equipo entre el mandatario y el jefe de Gobierno porteño, además de la sintonía con otros gobernadores del radicalismo.

En semejante cuadro de situación, los mismos que se ausentaron en el debate sobre el recorte de las groseras jubilaciones de los jueces, ahora aparecieron con la consigna de bajar los sueldos de los políticos. Convocaron a cacerolazos, con alguna repercusión en barrios porteños, y apareció un instructivo –que se le atribuyó a Marcos Peña– en el que se llama a otro cacerolazo, el domingo a las 18, nuevamente con la consigna de la baja de sueldos de los políticos. Agregaron propuestas como «la descentralización de los tests y el derecho de los privados a hacerlos», algo que ya está en marcha en todo el país, al punto que el gobierno de CABA –del PRO– tiene ya varios hospitales porteños que los realizan, entrenados por el Malbrán, y también privados, como el Hospital Británico, el Cemic o el Hospital Austral, cuyos laboratorios tienen los requerimientos técnicos necesarios. También los trolls plantean el no pago de impuestos por parte de las Pymes y los monotributistas, a los que castigaron como nunca en el gobierno del PRO con los aumentos increíbles en los servicios y una catastrófica recesión. En todos estos días, salieron resoluciones del gobierno, no sólo sobre la cuestión impositiva, sino también sobre la forma en que el estado ayudará a que las Pymes puedan pagar los sueldos.

En realidad, los objetivos de la jugarreta no tienen ninguna relación con el Covid-19 sino que apuntan a quedarse con una franja, en especial en CABA, dispuesta a «militar la grieta», aunque sea en la situación dramática que afronta el país.

En la mira

La aparición de los trolls puso en el ojo de la tormenta a quien los manejó hasta diciembre, Marcos Peña. Sus colaboradores lo negaron rotundamente, algo que hacían aún en tiempos en que estaban en la Casa Rosada. Es el viejo adagio: «nunca tuvimos trolls y no los volveríamos a tener». El colaborador de Peña lo formuló así: «no los tuvimos en el gobierno, menos todavía en el llano. Son acusaciones sin un sólo fundamento. Es gente que no entiende cómo funcionan las redes».

Quienes acusan a Peña dicen que efectivamente está detrás de la operación para retomar poder y recortárselo a Rodríguez Larreta. Afirman que se utilizan cuatro consultoras que realizan el trabajo, en el mismo estilo con el que sorprendieron a Jaime Durán Barba –contratado por Peña– lanzando decenas de miles de falsas encuestas diarias preguntando como le caía a la gente que el padre de Daniel Filmus trabajara con los hermanos Schoklender. Se trataba obviamente de una mentira, pero era la forma siniestra de hacer política.

La acusación incluye un detalle adicional: que estando en la Casa Rosada, Peña les otorgó millonarios contratos, lo que les permite solventar las operaciones actuales. En verdad, esos contratos ya habrían aparecido y deberían estar registrados los datos, pero lo que se argumenta es que el dinero salió de gastos reservados, en especial de la Agencia Federal de Inteligencia, por lo cual no se ven.

En el gobierno de Rodríguez Larreta hay quienes no creen que Peña esté detrás de la jugada. Apuntan esencialmente a Patricia Bullrich, «una militante de la grieta y que mantiene un caudal de posibles votantes en esa franja». La ex ministra no estaría sola, sino acompañada por varios diputados a los que llaman «nuestros ultras» y viene armando una estructura de trolls y de comunicadores alineados. «Hay gente de Marquitos que se pasó a trabajar con Patricia», dicen.

Desde la corriente que lidera María Eugenia Vidal también apuntan a Bullrich. La ex gobernadora dió a conocer un video el fin de semana con apoyo «a las decisiones del presidente, los gobernadores y de cada intendente». Se trató de un respaldo, sin mucha presencia física ni vehemencia, pero distanciándose de los que juegan a la confrontación.

En términos de poder, la ecuación sería la siguiente, según la descripción de un dirigente del máximo nivel del macrismo porteño: «Bullrich es hoy presidenta del PRO y disputa poder con quien aparece como el candidato potencial de la oposición, Rodriguez Larreta, más todavía si termina bien la odisea del coronavirus. La ex ministra capitaliza en el sector más reactivo al peronismo, centrado en la Ciudad de Buenos Aires, justo donde se despliega el poder y el gobierno de Horacio. A Bullrich no le importa la situación de emergencia, porque no gobierna ni tiene que estar atenta a que le exploten casos. Va por todo».

A esta altura del partido, pocos tienen la expectativa de que el ex presidente ordene la tropa. Pero aún así, su silencio es sonoro. Aquella declaración de que «el populismo es peor que el coronavirus» o la llamada a Alberto Fernández abogando por «cuidar la economía» ya lo hicieron entrar en falsa escuadra.

La ofensiva de los cacerolazos empezó hace 72 horas y Macri no dijo ni mu. Parece ubicarse más del lado del sector agresivo que de quienes reman juntos frente al virus y eso echa más leña al fuego en las sospechas respecto del propio Peña. Es seguro que el ex presidente también está más del lado de Paolo Rocca y los despidos, que de quienes priorizan soluciones de consenso, con la salud como prioridad. El dueño de Techint es punta de lanza, no sólo de los empresarios sino del sector del macrismo que impulsa poner cuanto antes el centro en la economía.

Macri, ubicado en esa línea, tiene el problema de que sus referentes internacionales, Donald Trump o Boris Johnson, han tenido que dar marcha atrás de forma precipitada producto de que la estallan los contagios y las muertes. Seguro que, además, no quiere quedar, solito, de la mano de Jair Bolsonaro.

La estrategia de silencio lo pone –por ahora– del lado de los beligerantes. Y el momento no es cualquiera: es una alianza que explota con internas feroces, en las que el drama del virus parece ser lo de menos.

(FUENTE:PAGINA 12)