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La nueva lista de prioridades para Alberto Fernández tras el acuerdo por la deuda

“Un tema resuelto mejora la expectativa, pero no es la solución”. Ese resumen sobre las consecuencias inmediatas del acuerdo con bonistas por la deuda se repite casi sin excepciones en todo el gabinete desde el lunes. No es casual: el propio Presidente, que aplaude y abraza a su ministro Martín Guzmán por el éxito en la negociación, pide que el triunfalismo no se instale por ahora en el Gobierno. Entre otras cosas porque la lista de prioridades del Gobierno sigue encabezada por la pandemia y las consecuencias económicas de la cuarentena, y los lugares que pueden quedar libres por temas resueltos se completan inmediatamente con problemas pendientes.

Entre esos ejercicios de cambio (reales o intentos de calma desde la política hacia un país desesperado) que se vienen está precisamente el rol del propio Guzmán. Uno de los primeros cambios que deberá hacer es pasar de ser “ministro de la deuda” a “ministro de Economía”.

Hay datos suficientes que alientan la expectativa sobre un cambio de aire en el Gabinete una vez que se encuentre el camino de salida de la pandemia, pero ninguno de ellos hoy lo tiene como protagonista a Guzmán. Otros amigos del Presidente son más conservadores sobre este punto: “Alberto es lo suficientemente kirchnerista como para precipitarse con cambios en el gabinete”. Es cierto, los gobiernos de los Kirchner nunca aceleraron salidas de ministros.

Sí habrá mutación e incursión en terrenos en los que el propio Presidente avisa que no le interesa entrar. Un programa económico es el ejemplo más claro de ello.

El discurso sobre la economía estaba concentrado en la deuda, pero eso va dejando de ser un punto. Es cierto que ahora viene la discusión con el FMI, pero al Fondo hay que llevarle un programa o por lo menos algo que se le parezca”, se confesaba esta semana ante este diario uno de los hombres de primera línea en el Gobierno y que, además, comparte mesa de asados con el Presidente, o por lo menos lo hacía hasta que la cuarentena le quitó al albertismo esos placeres.

Esa mutación de Guzmán no es un tema menor y el significado es claro: debe comenzar a meterse de lleno en el complicado barro de la economía diaria, terreno en el que Matías Kulfas maneja muchas más herramientas.

Junto con el inicio de las renegociaciones con el Fondo, el Presupuesto 2021, prometen, será terreno para esas discusiones.

Algunas consideraciones. Alberto F. sabe y Guzmán ya se enteró que junto con la salida de la negociación de la deuda y con el fin de año mucho más cerca se viene de lleno la reaparición de la puja distributiva, como le gusta definir al peronismo. El sindicalismo tiene motores regulando en ese tema, pero las complejidades de ese proceso son bien conocidas.

Quienes tienen experiencia con el FMI saben que al menos alguna senda sobre el futuro del déficit fiscal. En el Banco Central creen que Economía puede colocar endeudamiento en pesos sin pedirles más fondos a ellos, tras un rally de emisión este año que no puede continuar.

Y ahí vuelve la discusión del Presupuesto 2021: “Ahí vamos a tener que hablar. Hay que poner un tipo de cambio, como se planifica el financiamiento, que hacemos con el nendeudamiento necesario. Es la primera vez que va a tener que aparecer un programa”.

El tema más que económico, aunque lo parezca, es político. Las conversaciones con el FMI servirán de telón de fondo de todo este proceso e inclusive será momento de probar si existe o no el tan comentado “cambio de visión” del organismo. Como sea, las decisiones por venir, más allá del futuro inmediato de la cuarentena, las deberá tomar Alberto Fernández y todas van llenando rápidamente la nueva lista de prioridades que apareció tras el éxito con la deuda.

FUENTE: Ámbito