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Atados a la dependencia, la inflación y el clima

Los argentinos y argentinas transitamos en el marco de un escenario complejo de alta inflación, salarios por debajo de la línea de pobreza y aumento de la precarización laboral. Espacio que se complica día a día, mientras que el gobierno nacional, con el ministro de economía, Sergio Massa, a la cabeza, hace un peligroso equilibro, entre ajustes al pueblo y concesiones a los requerimiento y pedidos de los grandes monopolios y potencias imperialistas, para conseguir los dólares necesarios y evitar sufrir un párate de la industria y mostrarle solvencia al FMI.

Concesión tras concesión

Con la medida del dólar soja, que significó una trasferencia millonaria de dinero para las cerealeras y los terratenientes, a costa de profundizar el ajuste hacia los sectores populares, trajo cierta estabilidad en relación a la brecha cambiaria entre el dólar oficial, el dólar financiero y los dólares paralelos, lo que dió al país un clima económico de alivio relativo en relación a la corrida cambiaria de junio-agosto de este mediados de año.

Los 8 mil millones de dólares que ingresaron al Banco Central, producto de esta medida, están siendo administrados con rigurosidad desde economía, ya que se necesitan para abastecer el mercado cambiario, particularmente para que el Banco Central tenga disponibilidad de dólares para pagar importaciones, que son demandadas esencialmente desde los sectores industriales.

Hay que decir que estos dólares, el Banco Central debe venderlos a 150, pero los compró a 200. Esa es la diferencia que debemos pagar todos los argentinos a los terratenientes y cerealeras, al costo de tener menos presupuesto para salud, educación, asistencia social, obra pública, etc. Es decir, el equilibrio económico lo aportamos estoicamente los sectores populares.

Pero, al garantizar los dólares, para que la industria pueda importar bienes e insumos, el gobierno ha logrado frenar una caída de la economía que podría ser mucho peor de producirse una recesión más profunda y despidos masivos.

Este equilibrio económico que Sergio Massa ha conseguido, se da sobre la base de concesiones a los monopolios, las cerealeras y los terratenientes, que son identificados tanto por los distintos sectores del campo popular, como parte del problema que tiene nuestro país para que el crecimiento económico repercuta en las mayorías populares y no se quede solo en un pequeño grupo económico concentrado.

El gobierno con el “plan soja” consiguió el ingreso a las arcas del Banco central de casi ocho mil millones de dólares, producto de la cosecha gruesa de cereales (de abril a agosto), los cuales se van escurriendo día a día, como por una canilla que pierde agua. Este plan económico necesita por lo tanto que en el periodo que va desde este septiembre a abril del ‘23’ ingresen nuevos dólares. La esperanza del gobierno está en los resultados de la producción industrial, de la cosecha fina de cereales especialmente y de la producción de las economías regionales. Estas últimas producciones han sufrido graves percances climáticos; sequías y heladas, las que han puesta en duda una buena recaudación por exportaciones.

Esta situación desfavorables y la necesidad imperiosa de dólares, lleva y llevará al gobierno nacional hacer nuevas concesiones económicas, no solo a los monopolios sino también a las distintas potencias imperialistas, como ha ocurrido en el G20 con el pedido del presidente Alberto Fernández a China, de poder utilizar el total del crédito swap de casi 20.000 millones de dólares para robustecer las reservas del Banco Central argentino, a cambio de conceder una serie de inversiones y obras que fortalecer la presencia estratégica del imperialismo chino en nuestro país.

Es decir, la suerte del gobierno de Alberto Fernández, Sergio Massa y Cristina Fernández dependen de la buena voluntad de los monopolios, del clima y de las potencias imperialistas a los que se les hacen cada día más y más concesiones, lo que repercute en mayor ajuste sobre los trabajadores y el pueblo.

El flagelo de inflación

Por otro lado, la suerte del gobierno nacional también depende de que le ponga un freno a la imparable inflación, que absorbe sin piedad los aumentos paritarios de salarios. El nuevo programa “precios justos”, que fue presentado por Massa como un acuerdo de precios con las empresas formadoras de precios, consiste en mantener controlados los precios de los productos alimentarios y de insumos difundidos, es decir para anclar expectativas en 4% inflación mensual. Inflación que promete terminar el año por encima de los tres dígitos. Precios justos es una medida bastante limitada, que será sobre la base de garantizarles dólares para importar a las empresas monopolistas a cambio de que se mantenga el precio por cuatro meses de los productos que son marcas propias de las grandes cadenas de supermercados. Esta medida supone congelar los precios de más de 1.700 productos que forman parte de la canasta básica en los rubros alimentos, bebidas, lácteos, higiene personal y limpieza, con la participación de 100 empresas que representan el 86% del consumo masivo en Argentina, y un “acuerdo con las cadenas de insumos difundidos

Este acuerdo nuevamente depende de las grandes corporaciones y de que los dólares para las importaciones, estén porque son la base de la negociación.

Con el marco de esta situación si no se produce un cambio de rumbo de la política económica y se toman medidas que cambien la ecuación productiva del país, el pueblo va a tener que resignarse a convivir con la alta inflación en los próximos años. El mismo Ministro de Economía en una entrevista televisiva reconoció que el objetivo es que el año que viene la inflación sea de dos dígitos, es decir por debajo del 100%, lo que indica el grado de resignación del gobierno en relación a la posibilidad real de dar respuesta a una de los problemas económicos que más golpea a nuestro país.

Para sostener la estabilidad económica el gobierno ha dejado de lado a los sectores populares y sus reivindicaciones y se ha apoyado en los sectores que son los responsables tanto de la inflación como de los bajos salarios y la precarización laboral. La suerte de este plan depende de lo que quieran los monopolios y las corporaciones.

La calma chicha y las elecciones

El gobierno nacional se equivoca con esta táctica que, aunque hoy pueda generar una sensación de estabilidad económica global momentánea, solo profundiza el peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y aleja a los sectores populares del Frente de Todos, desencantados por la falta de respuestas a los graves problemas de la vida diaria.

La inflación del mes de octubre fue de 6,3 y ya la coloca encerca del 90% en lo que va del 2022, mientras que los aumentos salariales han sufrido una gran dispersión, que van desde los que han logrado superar un poco el 100% en cuotas hacia adelante y los que han quedado por debajo del 85%. Ni que hablar de la diferencia que existe entre el salario mínimo o la jubilación mínima, cuyos ingresos se encuentran 70 mil pesos por debajo de la línea de pobreza.

Un problema político que trae aparejado esta compleja situación económica, tiene que ver con los interrogantes que se plantean en el seno de las clases dominantes vinculados a las posibilidades y garantías que estos sectores tienen para mantener sus privilegios económicos y la estabilidad política y social ahora y luego de las elecciones de 2023.

Este es un dilema para las clases dominantes, porque hasta ahora el Frente de Todos no ha sido demasiado exigente con los sectores de las clases dominantes. En este frente se concentra lo fundamental de la clase obrera y de los desocupados que todavía tiene esperanzas en el gobierno, y a pesar de sus erráticas políticas le da tiempo.

Es decir, el Frente de Todos tiene un gran desgaste de gestión, pero logra contener en su seno a los sectores populares más afectados económicamente y conflictivos. Posibilidades de contención que no ven en otras expresiones más liberales y extremista como Macri, Bulrich o Milei, etc. Estos últimos pueden desarrollar un programa económica más liberal y represivo en lo social, como ya lo hicieron desde 2015, pero no garantizan la gobernabilidad y, por lo tanto, el conflicto social sería incontenible. Propuestas de extrema derecha como las opositoras nombradas no son viables para garantizar gobernabilidad. De ahí que la propuesta de las fórmulas de acuerdo, tipo Massa o Larreta o una conjunta, lanzadas por embajador norteamericano Marc Robert Stanley los seduce más.

Por ahora las propuestas de Juntos por el Cambio no son garantía para las clases dominantes, con la olla a presión que son los sectores populares que luchan por sus paritarias y enfrentan la inflación, pero en el marco el sistema, el combo de medidas económica como quiere el macrismo, de despidos masivos, ajuste e inflación, etc. no podría evitar que las grades movilizaciones vuelvan al centro de la escena política y el desborde social podría ser incontenible.

La encrucijada de estos sectores tiene que ver con que fuerza política cambiar el Frente de Todos para garantizar el cumplimiento del acuerdo con el FMI, con mayores concesiones-ganancias y gobernabilidad. Ya surgió la propuesta del embajador de EEUU Marc Stanley de una coalición Massa Larreta que hasta el momento no ha prosperado demasiado.

Massa está haciendo los deberes para ser el hombre que aparezca del consenso, tanto para garantizar los márgenes de ganancias para las empresas como para sostener la gobernabilidad.

En ese marco la figura de Cristina aparece como un contra peso, pero con grandes limitaciones que tienen que ver con el desgaste de su figura tanto por la persecución judicial como porque arrastra el desgaste del gobierno y si no era posible su candidatura en el 2019 cuando Macri estaba muy desgastado nada hace suponer que ante una situación más adversa aun Cristina decida encabezar.

Es necesario un cambio de rumbo

Esta compleja situación económica y política precisa de un cambio de rumbo en el cual el Estado recupere su directriz sobre la economía con empresas estatales para cambiar la matriz productiva de nuestro país que cambie el esquema donde el mercado interno sea predominante rompiendo con la idea de vender la imagen del país como proveedor de materias primas del mundo, sea alimentos, sea minería, sea energía, etc por otro que ponga centro en generar la industrialización de nuestras materias primas para generar trabajo y proveernos de productos accesible para nuestro pueblo.

Existen ejemplos que se pueden imitar y no muy lejos de San Juan como las empresas Estatales de la provincia de La Rioja Cerdos de los Llanos que produce carne porcina, por más de un millón de kilogramos mensuales, a un precio accesible para los riojanos a la vez que genera cerca de 200 puestos de trabajos y ganancias importantes para los presupuestos provinciales ya que es una empresa líder en la producción porcina tanto en el NOA como en el país.

Este pequeño ejemplo demuestra que es posible que las empresas estatales pueden ser eficientes, competitivas y líderes en el mercado y producir con una lógica que sea la de generar los productos que necesitamos para vivir a un precio justo mientras generamos trabajo en blanco y de calidad.

Alberto I.  Agüero-P. Federico Suero