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Avance en el piso tecnológico atado a una nueva dependencia

Por Lic. Federico Agüero

Durante el tramo final del mes de octubre en nuestro país se concretaron pasos importantes para el avance hacia la adopción de tecnología de comunicación móvil de quinta generación. Los anuncios más optimistas prometen grandes beneficios para usuarios y proveedores de servicios, además del ingreso de inversiones y la dinamización de la actividad económica. En este artículo vamos a intentar explicar en forma simple algunos de esos aspectos desde una mirada local, en la perspectiva del derecho a la comunicación y los intereses soberanos.

El 5G, o tecnologías de quinta generación, funciona casi igual que el 4G que usamos actualmente: las empresas instalan radio bases (antenas) para dar cobertura en el territorio, entre las bases se conectan mediante la Fibra Óptica (FO) y los teléfonos móviles se conectan a la antena usando una frecuencia del espectro radiofónico, algo parecido a sintonizar una estación radio, solo que el 4G y el 5G utilizan distintas frecuencias, como la AM y la FM.

¿Qué es lo de nuevo? El martes 24 de octubre el gobierno nacional abrió la licitación para otorgar las frecuencias que las empresas de telefonía móvil utilizarán para proveer el servicio de 5G. ¿Por qué el gobierno? Porque el espectro electromagnético es un bien público, y lo administra el Estado Nacional a través del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) que es el organismo que otorga las frecuencias que utilizan las radios, las fuerzas de seguridad, los radioaficionados y los teléfonos móviles, etc.

El ENACOM dispuso de seis tramos de ancho de banda, que en total suman 300 MHz, y los ofreció para su explotación durante 20 años, en una licitación o subasta pública. A ese proceso se presentaron las tres empresas telefónicas ya conocidas por los argentinos: Claro, Personal y Movistar. Las mismas tomaron 250 MHz de los 300, por casi 900 millones de dólares.

¿Qué va a pasar a partir de ahora? En principio no mucho, pero a mediano y largo plazo si habrá grandes diferencias. Como dijimos, la tecnología 5G funciona de manera similar al actual 4G, pero se parece más a lo que ofrece la conexión por Fibra Óptica, es decir tiene mayor capacidad de transmisión de datos, y la ventaja de no estar sujeto a un domicilio. Los cálculos menos optimistas hablan de una navegación a 1gbps (Gigabit por segundo), lo que es incluso más rápido que las conexiones domiciliarias que actualmente contratamos en San Juan con Fibra Óptica. Por este motivo es que el 5G, no solo va a permitir vender conexión móvil de mayor calidad, sino que también va a invadir el mercado de la conectividad fija. En el futuro, quien tenga una antena 5G cerca de su domicilio, va a poder crear una “zona Wifi” con su teléfono, u otro equipo similar, para usar internet en el resto de los electrodomésticos, y no va a necesitar contratar otro servicio.

Pero ésta tecnología no está pensada sólo para los teléfonos y usuarios particulares, sino que en otros países se utiliza en una gama ilimitada de equipos que pueden realizar tareas complejas en tiempo real, porque el 5G tiene velocidad de conexión y menor tiempo de respuesta (latencia). Sirve para la conducción de vehículos sin conductor, realizar una cirugía a control remoto, etc.

En los próximos 16 meses las empresas que ganaron la licitación tienen que presentar su plan de trabajo para el despliegue de infraestructura. Posiblemente comiencen por las grandes ciudades del país y algunos usuarios que tienen equipos (teléfonos) con tecnología 5G ya puedan usar el 4,5G, mediante una frecuencia híbrida que funciona con ambas antenas.

Al pensar en el proceso de instalación de las antenas de 5G, hay que tener en cuenta que las mismas tienen un área de cobertura menor que la tecnología anterior y por lo tanto son necesarias más para cubrir el territorio.

En ese plan, además de anunciar cómo van a diseñar el mercado de las telecomunicaciones del país, también se conocerá cual es la marca de la tecnología que utilizarán, un dato no menor en relación a la geopolítica.

Las mismas caras

En la licitación obtuvieron espacios las tres empresas que ya operan en el país y que además son dueñas de la infraestructura de telefonía móvil que usamos. Quedaron afuera los “cableros”, es decir los que venden conexión a internet por cable. Esto significa un retroceso en la pelea contra la monopolización de las telecomunicaciones.

Con la licitación de frecuencias para 5G se reforzó un modelo de negocios donde tres peces grandes dominan el ecosistema de conectividad del país. Las telecomunicaciones ya de por sí son un terreno donde la valla de ingreso es muy alta, debido a que para montar el negocio se necesitan inversiones millonarias. Entonces, sin una mediación de las políticas públicas antimonopólicas, siempre va a ser “natural” que ese mercado se configure alrededor de grandes actores, que toman los nichos principales, sub contratan tareas con empresas menores, y dejan sin cobertura áreas no rentables para sus expectativas.

Si tomamos como parámetro el camino que siguió el desarrollo de las tecnologías anteriores en el país, de antemano podemos anticipar un patrón. Las grandes empresas de telecomunicaciones, van a invertir primero en CABA, AMBA, Gran Rosario, los partidos de la Costa, Córdoba y quizás Mendoza y Tucumán. Luego de saturar esas plazas recién comenzarán a desplazar sus miradas a centros urbanos menores, cómo San Juan y probablemente nunca ingrese en su plan de negocio San Agustín del Valle Fértil o San José de Jáchal. Esos lugares quedarán en manos de lo que pueda hacer el Estado y las empresas locales.

Así funciona actualmente el mercado de las telecomunicaciones en Argentina, y no va a cambiar sustancialmente con la llegada de la tecnología 5G. Donde no inviertan las grandes empresas, va a acudir el Estado y la empresa ARSAT, que reservó un remanente del ancho de banda que quedó libre en la licitación, para implementar planes de conectividad y así “compensar asimetrías”.

En paralelo al proceso de subasta de frecuencias para 5G, ENACOM ha implementado programas con fondos no reembolsables para la provisión de Servicio de Telecomunicaciones Fiables e Inteligentes” (STeFI), en localidades de menos de 500 habitantes. Se llama “Programa de despliegue de redes de acceso a servicios de comunicaciones móviles», y está subastando frecuencias para proveer de conectividad a poblaciones no atractivas para el mercado. En la primera y segunda etapa del programa está incluido el pueblo Vallecito, de Caucete.

¿Este es el mejor plan, es el diseño que conviene a los argentinos?

En principio es lógico pensar que hay que incorporar la tecnología de punta, “no quedar atrás” como se dice, y en Latinoamérica varios vecinos ya tienen despliegue 5G en estado avanzado. Por otro lado, el gobierno celebró el ingreso de dólares por la subasta de licencias y muchos especialistas hablan con entusiasmo de futuras inversiones millonarias. Ambos puntos se pueden analizar un poco más

Entran dólares, salen dólares.

El efecto inmediato de la subasta de frecuencias es que 875 millones de dólares entrarán al Tesoro los próximos días. Pero las empresas pueden pagar su compra con pesos al valor del dólar oficial por lo que ese beneficio, al menos desde el punto de vista del Tesoro, se diluye bastante, si lo que se pretendía eran divisas frescas para sostener las reservas. De todos modos, esta forma de pago no es ilógica, porque las grandes empresas de las telecomunicaciones generan su ganancia vendiendo servicios en el mercado interno, o sea que cobran tarifas en pesos. Si no lo hubieran destinado a la licitación, sacarían ese dinero del país hacia sus casas centrales, acrecentando la fuga de dólares.

En la misma línea, y preocupadas por las divisas, las firmas pidieron que en el pliego figure un régimen especial de importaciones para que puedan ingresar los insumos necesarios para el despliegue de la red. Este es el otro aspecto delicado del plan de desarrollo de las telecomunicaciones en Argentina, porque, así como va encaminado, constituye un nuevo eslabón en la cadena de dependencia tecnológica.

A partir del pago, las empresas tienen poco más de un año, para presentar sus planes de trabajo, ahí se irá develando si hay algún tipo de lineamiento respecto a la tecnología que se usará para el 5G. Hasta ahora, al menos públicamente, no se han dado las mismas discusiones que se produjeron en Europa cuando se aprobó el despliegue de 5G, pero sería ingenuo pensar que no existen presiones de parte de EE.UU. para que se desestime la tecnología China.

En este campo del desarrollo tecnológico, la disputa internacional es entre Huawei/ZTE y las europeas Nokia y Ericsson. En Argentina hay un antecedente. En el verano de 2021 en la Costa Atlántica, Telecom probó la provisión de 5G con tecnología de Huawei, mediante una frecuencia híbrida. Actualmente las redes 4G están montadas con tecnologías de distintas empresas y pueden funcionar en simultáneo, pero la adopción de una u otra marca se da en el marco de una disputa geopolítica entre potencias y sus bloques de influencia, y a la vez, la compra de las mismas a cualquiera de ellas, acentúa la condición de país exportador de materias primas e importadores de tecnología.

En otras áreas de desarrollo tecnológico, como las relacionadas a la defensa o la energía atómica, tenemos ejemplos de políticas públicas más audaces en cuanto a soberanía se refiere. ¿Es imposible proyectar un despliegue de infraestructura de conectividad con tecnología producida en el país? Este pensamiento quizás suene muy propio de mediados del siglo pasado, pero al menos el país podría comenzar por alcanzar acuerdos regionales, ya sea con el bloque Mercosur u otros países, y así lograr mejores condiciones en el intercambio de tecnología.

Otra arista relacionada a la tecnología y la importación, es la de los equipos necesarios para operar con redes 5D. En el país ya hay equipos, hay móviles aptos para 5G, pero la gran mayoría de usuarios van a tener que comprar nuevos a medida que la cobertura avance y quieran utilizar mejores prestaciones. Es una de las formas en que se promueve la obsolescencia de la tecnología y se presiona al público a un nuevo consumo, con el agravante que significa esto para la economía de países como la Argentina que son importadores.

El resto del ecosistema

El actual proceso de incorporación de Argentina a las comunicaciones móviles de quinta generación le aseguró una posición de mercado dominante a los tres grandes jugadores de la conectividad: Telefónica, Claro y Personal. A partir de ahora queda ver qué lugar ocupará al resto de los proveedores de servicio de internet, sobre todos los operadores locales que actualmente venden servicios por cable y a mediano-largo plazo van a quedar fuera de la competencia.

Las políticas públicas deberían tomar nota de esta situación, porque en el pasado, el monopolio ayudó a profundizar las desigualdades. En el caso de San Juan, la pandemia encontró a la provincia en una situación de conectividad desesperante. En las estadísticas de ENACOM ocupaba los últimos lugares en el ranking de penetración por hogares y en velocidad media de transmisión. Esto era así porque el operador incumbente, Telefónica de Argentina, era el principal proveedor de internet y no había realizado suficientes inversiones. Para el 2020 la extensión de la red de Fibra Óptica, se circunscribía a cuatro avenidas del Centro de la Ciudad Capital y avanzaba a un paso muy lento hacia la periferia.

Para sortear esa brecha fue necesaria una batería de medidas colaborativas entre el Estado y sectores privados locales. Hicieron un gran aporte la empresa pública Arsat, el Estado provincial mediante la creación de Innova SE, la UNSJ y su alianza con CABASE, y los empresarios locales asociados a la Cámara de Servicios de Tecnología de Información y Comunicación (CASETIC). La combinación de políticas públicas y el trabajo de empresas locales, permitieron extender la FO hasta cubrir casi la totalidad de la mancha urbana en el Gran San Juan y llegar a las localidades más distantes de la provincia.

En un futuro cercano, el ingreso de 5G va a reconfigurar el mercado de conectividad, de manera que donde llegue su cobertura ya no será atractiva la conexión a internet mediante cables, entonces las empresas que invirtieron en FO van a tener que adaptarse o desaparecer. El empresario local Iván Gutiérrez, propietario de InterSat y miembro de la comisión directiva de CASETIC, entiende así la situación sin embargo no es pesimista. “El 5G va a introducir fuertes cambios en el mercado, de todo tipo, pero para 5G se necesita mucha conectividad y sitios para su despliegue. Necesita instalar muchas radios base ya que su alcance es más denso, pero en un área menor y eso hace necesario mayor cantidad de sitios con energía y protegidos para su instalación. En ese contexto, los que tengan redes de FO y espacios para ceder (para nuevas antenas) tendrán mejores posibilidades, como también habrá otras oportunidades de brindar servicios de Operación y Mantenimiento de una red con gran infraestructura”.

El futuro del trabajo

Está claro que todas las mejoras de 5G apuntan a una nueva era de las telecomunicaciones. Eso no solo abarca a los usuarios de telefonía móvil o conexión domiciliaria. Apunta también a la industria y los servicios.

El 5G traerá una nueva ola de empleabilidad no sólo para ingenieros y técnicos en telecomunicaciones, sino para muchas otras profesiones que podrán potenciar y globalizar aún más su trabajo. Pero, por otro lado, también va a cambiar modelos de trabajo y relaciones laborales. Pensemos en los proyectos mineros, como Veladero o José María, que funcionan en medio de la cordillera y necesitan campamentos con servicios de alimentación, calefacción, sanitarios, transporte, hotelería, etc. Con el despliegue de varias antenas de 5G, los camiones fuera de ruta, las palas mecánicas y las cintas de molienda de rocas podrán funcionar de manera remotamente desde oficinas instaladas en Rodeo, en San Juan, Buenos Aires, Toronto o Beijín.

Cómo otro ejemplo puede imaginarse el caso de la educación y la realidad virtual. Con la conectividad del 5G y un casco de 3D, un estudiante puede tener una experiencia de clase en un aula virtual sin trasladarse de su casa, sin perder clases por el viento o un problema de transporte.

Las implicancias laborales son temas en los cuales los sindicatos tienen que comenzar a tomar nota, porque en lo que concierne a los trabajadores, en general, las tecnologías no llegan para garantizar derechos sino para abaratar costos laborales.

Desafíos

En un mundo interconectado por muchos lazos, a la Argentina no le conviene “atrasarse” en el campo de la conectividad. En ese sentido, la decisión de llevar adelante el proceso de adopción de la tecnología 5G es un avance. Sin embargo, no puede dejar observarse que encierra peligros, porque el principal problema de Argentina es la dependencia, y la tecnología es una de las herramientas de dominación más efectivas.

Este no es un planteo ideológico. Es muy concreto. La historia del desarrollo de internet en la argentina demuestra que, si no se toman medidas soberanas a tiempo, se generan brechas que luego debe pagar el conjunto de la sociedad.

El Estado todavía está a tiempo de no repetir modelos que “dejaron hacer” al mercado. Los estados provinciales pueden hacerse escuchar mediante el Consejo Federal del ENACOM y mediante la comisión bicameral del Congreso. Las asociaciones civiles de usuarios del servicio pueden opinar mediante acciones, las universidades tienen también su voz y las cámaras de prestadores de servicios pueden ejercer presión. El acceso a la comunicación es un derecho humano y las telecomunicaciones son una herramienta de la soberanía. Para hacer una política pública democrática e inclusiva hay que movilizar a todos los sectores involucrados