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Un deslizamiento de tierra en Papúa Nueva Guinea sepultó a más de 2.000 personas

El enorme movimiento de tierra se produjo hace tres días, pero continuaba la búsqueda de personas bajo los escombros, en muchos casos «a mano desnuda».

Un devastador deslizamiento de tierra ocurrido hace tres días en Papúa Nueva Guinea ha sepultado a más de 2.000 personas, según informó el Gobierno este lunes. Las operaciones de rescate, obstaculizadas por el terreno traicionero y la ubicación remota del desastre, continúan con pocas esperanzas de encontrar supervivientes.

El Centro Nacional de Desastres proporcionó la nueva cifra de posibles víctimas en una carta a la ONU, que inicialmente había estimado las muertes en más de 670. El ministro de Defensa, Billy Joseph, señaló que alrededor de 4.000 personas vivían en seis aldeas remotas y montañosas en el área de Maip-Mulitaka, en la provincia de Enga, donde ocurrió el deslizamiento en las primeras horas del viernes mientras la mayoría de los residentes dormía.

El desastre natural ha sepultado más de 150 casas bajo escombros de casi dos pisos de altura, y los rescatistas han reportado escuchar gritos provenientes de debajo de la tierra. “Tengo a 18 miembros de mi familia enterrados bajo los escombros y el suelo sobre el que estoy, y hay muchos más familiares en el pueblo que no puedo contar”, declaró a Reuters el residente Evit Kambu.

Más de 72 horas después del deslizamiento, los residentes todavía utilizan palas, palos y sus manos desnudas para intentar remover los escombros. Según la autoridad provincial, sólo se han encontrado cinco cadáveres hasta ahora. La llegada de equipo pesado y asistencia se ha visto retrasada debido a la ubicación remota y a la guerra tribal cercana, lo que ha obligado a los trabajadores humanitarios a viajar en convoyes escoltados por soldados y regresar a la capital provincial, situada a aproximadamente 60 kilómetros (37 millas) de distancia, cada noche.

El desastre también ha desencadenado violencia adicional en la región. Ocho personas murieron y 30 casas fueron incendiadas el sábado, según un funcionario de la agencia de la ONU.

Muchos habitantes aún no saben si sus seres queridos fueron atrapados, ya que los aldeanos a menudo se mudan entre las casas de amigos y familiares, explicó Matthew Hewitt Tapus, un pastor en Port Moresby, la capital de Papúa Nueva Guinea, cuyo pueblo natal está cerca del área afectada.