El gobierno de Milei confirmó la venta de Trenes Argentinos

El Gobierno confirmó que Trenes Argentinos será una de las primeras empresas públicas en pasar a manos privadas, en el marco de su plan de “desguace estatal”. El ajuste avanza a toda marcha, sin medir consecuencias sociales, laborales ni estratégicas.
La confirmación oficial de que Trenes Argentinos figura en la lista de empresas estatales a privatizar vuelve a encender la alarma sobre el modelo de país que impulsa Javier Milei. Con el guiño de los grandes grupos económicos y el aval del lobby empresarial, el gobierno libertario acelera el desmantelamiento de las estructuras públicas. Sindicatos, expertos y usuarios denuncian un nuevo saqueo bajo el ropaje de la “libertad de mercado”.
La motosierra no se detiene. El gobierno de Javier Milei, fiel a su narrativa de destrucción del “Estado elefantiásico”, confirmó que Trenes Argentinos será una de las primeras empresas públicas en ser entregadas al sector privado. La decisión fue anunciada por el vocero presidencial Manuel Adorni en una de sus conferencias diarias, en las que se oficializa —con tono de victoria— la pérdida de soberanía nacional a manos del mercado.
Según Adorni, “el objetivo es mejorar la eficiencia del Estado y reducir el déficit fiscal”, una justificación que ya se ha vuelto cliché entre los libertarios, aunque ninguna experiencia de privatización en Argentina haya derivado en beneficios reales para la ciudadanía. Muy por el contrario, los ejemplos abundan: Aerolíneas Argentinas, YPF, el Correo o los ferrocarriles en los ‘90 dejaron una estela de precarización, abandono de regiones enteras y tarifas dolarizadas. Sin embargo, el gobierno repite el mismo libreto con una obstinación ideológica que raya en el fanatismo.
La inclusión de Trenes Argentinos en el paquete de privatizaciones fue incorporada dentro de la versión “light” de la Ley Bases, que el oficialismo logró destrabar gracias al apoyo de sectores del PRO, la UCR y los gobernadores dialoguistas. Como denunció el portal Página 12, este nuevo avance privatizador no es más que un negocio pactado entre el poder político y grupos empresarios ligados al transporte y la logística, que ven en los ferrocarriles una joya para explotar sin regulaciones ni competencia pública.
En redes sociales, la reacción fue inmediata. La etiqueta #NoALaPrivatización se instaló como tendencia en X (ex Twitter), impulsada por referentes del sindicalismo ferroviario, usuarios del transporte y organizaciones sociales que alertan sobre el riesgo de repetir la historia de los años noventa. “El ferrocarril es estratégico, no se puede dejar en manos del lucro privado”, denunció Rubén “Pollo” Sobrero, dirigente de la Unión Ferroviaria, en declaraciones a Radio con Vos. “Milei quiere regalar todo lo que es del pueblo, y nosotros no lo vamos a permitir”, agregó.
Desde la cuenta oficial del Frente de Izquierda, también se sumaron las críticas: “La privatización de Trenes Argentinos es una entrega del patrimonio público. Significa abandono de pueblos, despidos y tarifas impagables. Es la vuelta del menemismo con esteroides”. La analogía no es gratuita. Como recordó el periodista especializado en transporte Martín Grosz en Clarín, la privatización de los trenes durante los años de Carlos Menem implicó la desaparición de más de 10.000 kilómetros de vías, el cierre de ramales completos y la pérdida de 85.000 puestos de trabajo.
Pero el plan de Milei no contempla estos antecedentes. Al contrario, los celebra. Su concepción de “Estado mínimo” implica la eliminación de toda presencia estatal en sectores estratégicos. Es la economía al servicio del capital concentrado, sin mediaciones, sin derechos, sin equilibrios. El mismo Milei lo dejó en claro en su paso por el Foro de Davos: “El Estado no crea riqueza, solo la destruye”.
Mientras tanto, los trabajadores de Trenes Argentinos ya comenzaron a organizar asambleas y acciones de protesta. En un comunicado difundido por el gremio La Fraternidad, se advirtió que la privatización implicará “una grave afectación al servicio, pérdida de derechos laborales y riesgo para los pasajeros”. “Lo que Milei llama ‘eficiencia’, nosotros lo conocemos como despidos masivos y desinversión”, advirtieron.
El transporte ferroviario en Argentina tiene una función social vital: conecta regiones, articula economías locales y garantiza movilidad a millones de personas. Su privatización no solo implica un retroceso en términos de desarrollo, sino una renuncia explícita a un modelo de país inclusivo y federal. El tren, como símbolo, representa mucho más que un medio de transporte. Es el tejido que une a la Argentina profunda. Milei, con su lógica de mercado, lo corta sin anestesia.
A medida que se acerca el tratamiento final de la Ley Bases, crece la presión popular para frenar este nuevo desguace. Pero el gobierno parece decidido a avanzar a toda velocidad. No importa si el tren va descarrilado, lo importante —para ellos— es que el negocio esté en marcha.