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Organizaciones sociales fueron las protagonistas políticas

“Evitemos estar en las calles” dijo Alberto Fernández en medio de una semana con un importante protagonismo de los movimientos sociales. El miércoles, una movilización masiva del triunvirato de San Cayetano (CTEP, CCC y Somos Barrios de Pie) apoyó desde la Plaza de los Dos Congresos la media sanción en Diputados de la ley de Emergencia Alimentaria. Ya el martes se había instalado un nuevo acampe en Belgrano y 9 de Julio, frente al ministerio de Desarrollo Social, encabezado por el sector piquetero de la izquierda, y un sector de la CTEP capital había ocupado varios shoppings de la Ciudad.

Las organizaciones sociales mayoritarias del sector son conscientes del delicado momento institucional y, de acuerdo a lo recabado por Diagonales, comparten con el candidato del Frente de Todos la necesidad de no tensar la cuerda más de lo necesario y en canalizar la angustia que genera la crisis en los de abajo dentro de los márgenes del diálogo, sin forzar situaciones de violencia. A quien quiera escucharlos, explican con claridad que nadie quiere otro 2001: “Los muertos los ponemos siempre nosotros”, insisten.

Pero este jueves lograron que el Gobierno no tuviera más remedio que mandar a sus diputados a sentarse en la sesión especial de Diputados para tratar sobre tablas un proyecto ley acordado por la oposición que incrementa “en un mínimo del 50 por ciento” las partidas para comedores y otros programas de asistencia alimentaria, por 8 mil millones de pesos. Incluso, que todos los que dieron el presente votaran a favor, contradiciendo al propio candidato a vice Miguel Ángel Pichetto o a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quienes seguían repitiendo ante los micrófonos que en la argentina no hay hambre.

También consiguieron, en un tire y afloje directo con la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, aumentos hasta fines de año en los programas de inclusión con trabajo, y un bono de 2 mil pesos. Hasta ayer, la Economía Popular estaba excluida de los paquetes de “alivio” anunciados por el Gobierno y por los empresarios para el sector formal de los trabajadores.

Nada de eso pudo haberse logrado sin movilización, pese al pedido de Fernández. Y tampoco fue la primera vez: a fines de 2016, cuando nadie arriesgaba este final para Cambiemos, la tríada de San Cayetano logró que Diputados y Senadores de todos los espacios, en sesiones extraordinarias, sancionaran la Emergencia Social, por 30 mil millones de pesos, que rige en principio hasta el último día de Mauricio Macri en el poder.

Lo que Alberto sabe porque quedó comprobado en estos años y también durante el kirchnerismo, es que las organizaciones sociales mantienen una firme independencia en cuanto a su agenda de reivindicaciones. Gildo Onorato, secretario de organización de la CTEP –la más grande y heterogénea de todas ellas– recuerda en diálogo con Diagonales que, en Rosario, fue el propio candidato del Frente de Todos quien lo señaló, al declarar que si él mismo se corriera de esos reclamos, no les recriminaría que movilicen y se lo hagan notar.

“Hoy somos un actor que incide en la discusión pública. Pero un sector de la política no entendió todavía que lo hacemos en función de las necesidades de los barrios donde estamos insertos, que hay una agenda que no es partidaria y tiene que ver con lo que pasa en nuestro pueblo. Y tuvimos la capacidad de plantearla en la calle, con firmeza, pero a partir del diálogo institucional”, describió Onorato.

Esa independencia no quita que, por ejemplo, el triunvirato de San Cayetano pretenda ser parte del llamado al diálogo social que promueve Fernández entre sindicatos y empresarios. Como proyecto de “sindicato de nuevo tipo” que representan, por organizar al porcentaje de los trabajadores informales, con el aval del Papa Francisco y las pastorales sociales de la Iglesia, y por el crecimiento sostenido que obtuvieron durante estos cuatro años, entienden que tienen un lugar ganado en esa mesa. Estuvieron, por caso, en la negociación que encaró la CGT por el salario mínimo la semana pasada.

De todas formas, el universo de organizaciones sociales es muy amplio y abarca a un crisol ideológico y de metodologías muy diverso. La CTEP, que organiza a medio millón de personas, se referencia fundamentalmente en el Movimiento Evita, que conduce Emilio Pérsico. Leonardo Grosso, el diputado que renueva este año por el espacio, fue uno de los principales articuladores del consenso en torno a la Emergencia Alimentaria, y Fernando “Chino” Navarro, otro de sus principales dirigentes, trabaja full time en la campaña y en el armado de Alberto, con eje en el interior.

Pero incluso al interior de CTEP hay otras miradas, más referenciadas con la izquierda independiente y ligadas a otros espacios, como el Frente Patria Grande de Juan Grabois y el Movimiento Popular la Dignidad, con un enorme trabajo en los barrios populares de la Ciudad de Buenos Aires, lo que, entre otras cosas, le permitió dirigir la seccional porteña de la organización. Militantes de ese espacio consiguieron la atención mediática –que, como siempre, intenta demonizarlos– cuando ocuparon varios shoppings de la Ciudad este martes.

Uno de los participantes de esa movida confió a este medio que, luego de las tomas, los llamó uno de los directivos del Grupo IRSA, dueño del shopping Abasto, con la promesa de que les tendería un puente con el Gobierno porteño –con el que el grupo tiene aceitados negocios– a cambio de que desalojaran el lugar. “Así es como conseguimos cosas”, describió. Fernández dijo más tarde que no estaba de acuerdo con la metodología, aunque respetaba el reclamo. Con ese sector, tanto Fernández como Matías Lammens, el candidato de la Ciudad, tuvieron encuentros privados en los últimos meses.

Sobre el margen se ubican las organizaciones de la izquierda. Encabezadas por el Polo Obrero, surgido del movimiento piquetero a partir del 2001, hay una fila de movimientos diversos como el MTR y un sector de Barrios de Pie, que no tienen vínculos con el peronismo y carecen de canales institucionales abiertos con las principales autoridades, que eligen negociar con los espacios más grandes. Ese sector es el que acampó frente a Desarrollo Social con la exigencia de la apertura de nuevos planes sociales, lo que parece complicado que suceda luego del acuerdo que se firmó esta semana.

“Alberto tendría que haber repudiado la represión antes que llamar a desmovilizar. A nuestro entender, está dando señales de que priorizará la deuda con el FMI a los reclamos del pueblo. Entendemos que hay una expectativa en él de los trabajadores que lo han votado, pero nosotros vamos a seguir en la calle reclamando la urgencia de miles de familias que necesitan hoy, ahora, una solución”, aclaró María “Tango” Sotti, de la mesa nacional del Polo Obrero, y especificó que el reclamo de su organización apunta a una “universalización” de los planes, algo similar a lo que sucede con la AUH.

“No hay que dramatizar”, explica Onorato en relación a la frase de Alberto y sobre las intenciones desestabilizadores que se les atribuyen a las organizaciones. “Si no fuera por nosotros, este país hubiera explotado”.

(Fuente: Diagonales)