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¿Quien paga la crisis de la pandemia?

Apreciaciones rápidas sobre lo que aprendimos de la anterior fase 1

¡Y llegó lo que no deseábamos!

El viernes 21 de agosto, luego de entender que el covid-19 no solo circulaba por el departamento Caucete, sino que había cruzado el puente sobre el Río San Juan, el gobernador de la provincia, Sergio Uñac, anunció la vuelta a la FASE 1 en toda la provincia. En estos primeros días las redes sociales se ocupan de seguir los detalles de las pesquisas que se hace Salud Pública para encontrar y aislar posibles infectados. Otro aspecto que sería también útil es que los medios de comunicación pongan la mirada es en las consecuencias sobre las actividades económicas. Porque en la anterior FASE 1 aprendimos que la grieta no es entre quien esta contagiado o no, entre quienes creen en la cuarentena o no, sino entre quienes quieren seguir ganando a pesar de la pandemia y quienes subsisten trabajando o cobrando ayudas del Estado.

Durante cinco meses la provincia estuvo tranquila y las medidas del gobierno provincial esencialmente fueron acertadas. Patinó y casi derrapa entre el tercer y cuarto caso. Ese recuerdo seguramente pesa hoy a la hora de tomar decisiones y las vuelve más exageradas. Pero en general el balance respecto al control sanitario fue bueno.

Hoy se puede discutir largamente y con pocos argumentos si el virus entró a la provincia por un camino no cuidado o no, si fue un camionero, un leñador o un vendedor de cigarrillos, pero la realidad es que el país entero está pasando por el pico de contagios, con provincias vecinas muy comprometidas.

¡Era inevitable que el covid-19 llegara! Además, entre la población se instaló un clima de hastío por los cinco meses de cuarentena, sobre los que operó la prédica de la derecha macrista más reaccionaria, e hizo mella en la moral de los sanjuaninos que bajamos la guardia en los cuidados preventivos.

Con el virus circulando, la táctica del Comité Covid, integrado por los Ministros, Ministras y el Gobernador, parece ser rastrear y aislar los focos de contagio recientes. Están procediendo a cerrar barrios enteros y colocar fajas en las puertas de las casas con casos sospechosos. Es una medida que causa molestias en cuanto recuerda a los guetos y marcaciones de hogares que practicaron regímenes racistas fascistas como los nazis en Europa o el apartheid en Sudáfrica. Pero por ahora no se registran denuncias de abusos de derechos humanos, situación a la que hay que prestar atención. Y por otro lado los resultados son los que van a dar la razón o no a los métodos con los que se pretende en estos 14 días frenar la circulación.

Por otro lado, el Comité Covid-19 vuelve a mostrar dos facetas. Por un lado, el gobierno es resolutivo, da la cara ante la prensa, como en la conferencia del viernes en la mañana, y está dirigido por el propio gobernador que se notó más aplomado en comparación con la crisis del caso número cuatro. Lo negativo es que vuelve a actuar en soledad, no involucra en la toma de decisiones a más sectores, sobre todo los que están en la primera línea de trabajo contra las consecuencias del virus y, por lo tanto, no solo carga con todo el balance del resultado, sino que tiende a pasar por alto detalles en sus resoluciones. Por ejemplo, en el primer borrador del decreto de actividades exceptuadas no estaba incluida la atención de comedores y merenderos barriales, y el más grosero fue el tema de la “fajas de aislamiento” en las puertas.

El covid-19 y la economía

Y llegamos al tema de las actividades productivas, terreno en el cual se va a poner espeso el tránsito, dentro de algunos días cuando baje la espuma por las noticias de los primeros contagios. Hasta hace pocos días teníamos el 90 y tanto por ciento de actividades normales; parte de la educación volvió a ser presencial; e incluso se llegó a generar un gran acuerdo post pandemia. Por lo tanto, en este nuevo estado sanitario, que sentimos como retroceso, en realidad no volvemos a cero, sólo hay que refrescar la memoria y poner el acento en los aspectos que más sufrimiento trajeron a los sanjuaninos en el aspecto económico en la etapa anterior.

¿Quiénes fueron los sectores más vulnerables en la FASE 1 anterior? Desde el campo popular tendemos siempre a decir que los desocupados y quienes viven bajo la línea de pobreza, pero en realidad no fue sólo así. Los sectores más pobres de la sociedad a lo largo de 25 años han forjado organizaciones y estrategias de supervivencia que les permiten afrontar mejor la pandemia, mejor que otros sectores sociales. Están funcionando los comedores, los merenderos y se reparten bolsones de alimentos en la mayoría de los barrios populares. Eso no quiere decir que estén bien, que la pobreza no está creciendo y hay problemas gravísimos, simplemente digo que los pobres están más organizados.

En el otro extremo, están los que siempre ganan, así haya crisis, pandemia o guerra. Son los sectores financieros, los exportadores de materias primas del campo y la minería, de la energía, las grandes cadenas comercializadoras de alimentos y medicamentos, algunos industriales inescrupulosos (Vestido, por ejemplo) y los especuladores con el negocio inmobiliario. Tienen el poder de bloquear decisiones estratégicas del gobierno nacional (la expropiación a Vicentin, el impuesto a las grandes fortunas, Energía San Juan, por citar algunos casos) y sin ir muy lejos, en nuestra provincia algunos sectores “privilegiados de la minería” lograron ser incluidos en las actividades exceptuadas ¿Por qué la minería es esencial? Ojo, nadie aquí dice que no haya actividad minera, el tema es porque parar preventivamente un taller textil, un comercio o una auto-partes y no a un campamento entero. ¿Cuál es el criterio? La respuesta no admitida por el gobierno es que el país necesita el ingreso de dólares y la minería metalífera se exporta. Por otro lado, tampoco es real que paren el resto de las actividades, incluso es más “sana” la actitud del sector minero que blanquea que sigue trabajando, porque permite el control sanitario; pero no los que lo hacen clandestinamente.

Pero ya que las corporaciones tienen una ventaja sobre otras actividades que no pueden generar ingresos externos: ¿por qué resulta tan difícil pedirles que hagan un aporte extraordinario a las finanzas de la provincia?

Los más afectados

Los verdaderos sectores vulnerables de esta pandemia son los trabajadores ocupados, los cuentapropistas y los empresarios locales que viven de la venta al público. De los trabajadores estatales muchos hablan despectivamente porque tienen el salario garantizado, sin embargo, desde trabajadores de la Salud, hasta los policías, pasando por los docentes y empleados municipales, siguen trabajando en condiciones difíciles; en muchos casos con sus derechos laborales básico vulnerados por la emergencia, y a la hora de la recomposición salarial tuvieron que ser “comprensivos” y conformarse con cobrar el sueldo al día. En este rubro hay que incluir a los jubilados y pensionados, que no sólo padecen un incremento en sus haberes por debajo de la inflación, sino que además son fácilmente estigmatizados por ser población de riesgo.

Los ocupados de la actividad privada en “blanco” o “negro” son el sector que más injusticias padece. Bajo el pretexto de tener que “agradecer por tener trabajo”, son sometidos a situaciones insólitas, donde la trinidad mafiosa conformada por patronales, subsecretaría de trabajo y sindicatos (con honradísimas excepciones), hace la vista gorda. La agrupación de trabajadores del vestido de la CCC, ya denunció como empresarios textiles o de autopartes, hacen trabajar a sus empleados en plena prohibición, mientras que declaran que están en suspensión y además obtienen el ATP (Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción). ¡De esa manera sólo pagó el 25% del sueldo! En el campo, la cosecha de abril y mayo, la poda y la atada de julio, fueron realizadas ¿en qué condiciones laborales? Pronto llegará la época de la cosecha de productos agrícolas y van a ser necesarios los trabajadores “golondrinas”. Una vez más el problema no es: trabajar o no, sino la clandestinidad de las patronales y la vista gorda de sindicatos y gobierno que somete a los trabajadores y por ende a la provincia a situaciones de riego.

Por último, están los cuentapropistas, los profesionales y los empresarios locales del comercio, la industria y los servicios, que padecen eternamente por su déficit de agremiación y son fácilmente ganados para poner en el blanco a otros sectores populares. Para ellos la respuesta genérica fue el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) y el ATP, que, si bien son importante, termina siendo un aporte del Estado que va a parar a las arcas de los monopolios de alimentos y las finanzas, y no se genera una propuesta para un mercado interno local potente.

Una grieta ficticia

Hoy es ficticia la grieta entre los que acatan la cuarentena y los que la desafían inconscientemente. No es real porque hasta los que no creen en el virus usan barbijos. La verdadera grieta existe entre los que aprovechan y ganan especulando y los que aguantan solidariamente y muchas veces pierden con la cuarentena. Hay una inmensa mayoría de sanjuaninos y argentinos que hacemos esfuerzos económicos y psicológicos para sostener la salud de todos, mientras una minoría, no sólo que nunca pierde, sino que vuelve a beneficiarse.

Sobre estos últimos es que debe poner la mirada el campo popular. Quienes tienen excepciones e ingreso extra en medio de la pandemia, como la minería y las finanzas, la energía, deben ser solidarios y hacer aportes en consecuencia, para que el Estado pueda ayudar a los que van a quedar en la lona nuevamente.

Estos son los grandes temas que quedaron fuera del Acuerdo San Juan, y por lo general se los mete bajo la alfombra, pero tarde o temprano las cuentas del Estado provincial y nacional van a ser insostenibles.

Es posible salir de la pandemia

La humanidad ya enfrentó situaciones semejantes en el pasado y la solución, por ahora, no es otra que el aislamiento y distanciamiento, los cuidados preventivos y el refuerzo del sistema sanitario hasta tanto se logre una vacuna efectiva. Vamos a tener que acostumbrarnos a vivir con el virus, lo que no podemos es resignarnos a permitir que algunos se enriquezcan a costas del sufrimiento de la gran mayoría. Por eso continuamos, en la nueva normalidad, con los mismos objetivos para nuestra lucha: a alumbrar el camino a una nueva sociedad donde el fruto de la riqueza que genera la sociedad sean en beneficio de todos y no de unos pocos.