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Los entretelones de una rebelión sofocada

Estuvo a punto de quebrarse la relación interna de los bloquistas, cuando al menos dos de los tres diputados de la bancada amagaron con imponer a sus propios candidatos para cubrir las dos apetecidas vocalías por cubrir como segunda minoría de la Legislatura, en el Tribunal de Cuentas y en el Instituto Provincial de Exploraciones y Explotaciones Mineras (IPEEM). Pero un encuentro entre las cabezas del partido sobre la hora de la sesión decisiva, el miércoles 11 de diciembre, terminó sellando la paz. Y la rebelión fue sofocada.


Ese miércoles, 24 horas antes de que fuera retomada la sesión extraordinaria donde se votarían las vocalías en disputa, hubo una reunión reservada entre la presidenta del Comité Central, Graciela Caselles, y el presidente de la Convención, Luis Rueda. Fue en Casa de Gobierno y en presencia de un tercero imparcial, el ex diputado Guillermo Acosta.


Para el IPEEM no hubo objeciones y el acuerdo surgió rápidamente en torno de Alejandro Quinto Bravo. Para el Tribunal de Cuentas la discusión se extendió un poco más, pero prosperó una figura considerada neutral, que ya integra el órgano de control como fiscal y que ahora ascendió transitoriamente a ese lugar de conducción. Se trata de Daniel Pérez Celedón.


Con ambos nombres ingresó ese miércoles la nota dirigida al vicegobernador y presidente nato de la Cámara de Diputados, Roberto Gattoni, sentando posición institucional del Partido Bloquista. El documento llevaba la firma de Caselles y de Rueda. Frente al hecho consumado, los legisladores acataron.


Quedó fuera de carrera Laura Yanzón, luego de haberse mantenido durante 12 años ininterrumpidamente en la vocalía del Tribunal de Cuentas. Y también perdió su oportunidad el joven contador Darío Maratta, hijo del ex ministro de Hacienda de Don Leopoldo Bravo, Juan Gilberto Maratta.


Yanzón había sufrido el desgaste propio de la gestión a punto tal de que ni siquiera Caselles la sostuvo, a pesar de que fuentes partidarias distanciadas de la diputada nacional aseguraban que ella era su preferida. Los diputados provinciales por Chimbas, Andrés Chanampa, y por Zonda, Edgardo Sancassani, embistieron sin dudar contra la funcionaria que alcanzó la docena de años en ese sillón del Tribunal de Cuentas. Y reunieron algunas firmas de dirigentes departamentales para defender su derecho a decidir en el seno del bloque, sin atender la posición orgánica del Comité Central, donde Caselles tiene mayoría.


Desde esa posición, empezaron a proponer a Maratta. Aunque el profesional no tenía objeción interna, su aparición en escena resultó sorpresiva para el casellismo, a diferencia de la nominación de Bravo para el IPEEM, que se manejó con bastante anticipación. Entonces, el joven contador quedó marcado como símbolo de la victoria de los diputados rebeldes, en caso de prosperar su designación. La única posibilidad de atenuar las tensiones internas era correr a cualquier candidato que tuviese afinidad con uno u otro sector, buscando a una figura totalmente aséptica. Pérez Celedón se presentó con naturalidad.


Paradójicamente, las quejas del casellismo sobre Yanzón fueron muy coincidentes con las de Chanampa y Sancassani. Todos apuntaron a la dirigente bloquista por haberse distanciado mucho del partido y haber tenido pocos gestos de agradecimiento pese a haber sido elegida reiteradamente, en un lugar que genera tantos aspirantes. Entró en 2007, cuando el zondino era presidente del bloquismo y nunca más se fue, hasta ahora.


El caso de Bravo fue totalmente diferente. El hijo menor de Don Leopoldo se despidió de la función pública en 2011, cuando terminó su segundo mandato consecutivo como concejal de Capital. Siguiendo a Enrique Conti, adhirió al frente basualdista y a la candidatura presidencial de Sergio Massa en 2015. Pero las desavenencias internas lo fueron alejando de ese sector que desde los medios de comunicación fue bautizado como “bloquismo disidente”.


En el medio apareció Rueda, con una estrategia de reconciliación. Sin cargar sobre sus espaldas con las viejas rencillas que sí pesaban sobre Caselles, el joven pocitano pudo darse el lugar para dialogar con referentes enfrentados con la diputada nacional. Fue así que se acercaron otra vez al histórico edificio de Mitre y Alem el propio Sancassani. Y también Bravo.
El ex concejal capitalino también tuvo que archivar sus disputas públicas con Caselles. Hablaron en la intimidad y salió el tema de volver a la función pública, pero con una condición: que el cargo no tuviera olor a peronismo.

Es decir, que fuese un sitio exclusivamente consagrado al bloquismo por su condición de segunda minoría en la Cámara de Diputados. No siendo contador, el espacio buscado por Bravo era específicamente la vocalía del IPEEM. La diputada nacional estuvo de acuerdo.


Este diálogo, que no había trascendido hasta ahora, fue clave para que la controversia por los das vocalías en juego se focalizara en el Tribunal de Cuentas, más que en el instituto minero. En el IPEEM, todos sabían que finalizaba la gestión de Alejandro Genest, el bloquista que había representado al partido en los últimos años. Sin embargo, su partida no significaba que quedaría afuera del esquema. Siempre se supo que sería reasignado a otra función. Su situación, por lo tanto, era absolutamente diferente a la que se había planteado con Yanzón.


Chanampa y Sancassani, apoyándose en Rueda, habían reclamado autonomía para definir por sí mismos los nombres de quienes debían asumir al frente de ambas vocalías en juego. El tercer integrante de la bancada bloquista, el iglesiano Mauro Marinero, se mantuvo relativamente al margen del asunto, conservando el diálogo con sus correligionarios legislativos, pero al mismo tiempo asistiendo a una convocatoria de Caselles en el Comité Central. La cautela lo dejó en una posición intermedia y con lazos tendidos hacia ambos espacios. Sin embargo, esa prescindencia todavía le vale cierta mirada de desconfianza de parte de sus pares diputados. Para la presidenta del partido, siempre se mantuvo orgánico.


En todo este culebrón intervino a la distancia el gobernador Sergio Uñac. Lo hizo al plantearles a Caselles y a Rueda, por separado, que debían llegar a un acuerdo. En otras palabras, que debían hacerse cargo de resolver las situaciones internas de su propio partido. Pudo leerse entre líneas, en el pedido del mandatario, un llamado a no sumar dolores de cabeza dentro del Frente Todos.


Como publicó Tiempo de San Juan el pasado domingo 8 de diciembre, la disputa por las vocalías del Tribunal de Cuentas y el IPEEM tuvo como telón de fondo la renovación de autoridades partidarias que vendrá en 2020. La convivencia entre Caselles y Rueda atravesó por un momento de tensión que bien pudo poner en riesgo el acuerdo para que el presidente de la Convención Bloquista pegue el salto a la conducción del Comité Central, dando un paso al costado la diputada nacional.


Sin embargo, el acuerdo al que arribaron ambos el miércoles 11 de diciembre fue una demostración de que ese acuerdo, por el momento, goza de buena salud. La hermana del carismático Javier sigue viendo en Rueda al heredero natural y así lo está haciendo saber entre los suyos. Aparentemente, habrá copas en alto y brindis este fin de año.

FUENTE

FUENTE: TIEMPO DE SAN JUAN