Lo siento, no hay encuestas disponibles en este momento.

LA INFLACIÓN NOS DEVORA

El índice de la inflación para el mes de marzo que dio a conocer la semana pasada el INDEC fue de 6,7. Este dato es sumamente alarmante y representa la mayor alza de inflación para un mes desde hace más de dos décadas. También enero-marzo 2022 se convirtió en el primer trimestre con mayor inflación acumulada desde hace más de tres décadas.

 Por Alberto Agüero y Federico Suero

Los más golpeados y los beneficiados

La inflación golpea duramente al bolsillo de los argentinos, especialmente de los sectores populares desocupados y subocupados. Limita económicamente a los sectores obreros ocupados en blanco (matriculados), cuyos sueldos de convenio no alcanzan a cubrir las necesidades básicas. Perjudica a los pequeños y medianos productores, comerciantes, emprendedores, unidades productivas, cooperativistas, etc. Los que no tienen “espaldas” para soportar los aumentos y, a la hora de reponer insumos para seguir produciendo, el encarecimiento de los mismos hace que las perspectivas de estabilidad sean cada vez menores. Esta grave situación restringe cada vez más el mercado interno, perjudicando a la industria nacional.

El fenómeno inflacionario incontenible en nuestro país es un problema que debemos soportar los argentinos debido: principalmente, a la existencia de una estructura productiva que se encuentra en manos de un escaso número de monopolios exportadores. Son los dueños de lo que nuestro país produce y determinan el valor de los bienes mirando hacia afuera del país.

El caso más gráfico y a la vez más sensible para la mesa del pueblo es el de los alimentos. La producción de alimentos en nuestro país y sus materias primas están monopolizados por una serie de empresas, principalmente extranjeras, que se dedican a vender el grueso de lo que producen en el mercado externo. Por lo tanto, fijan los precios en el mercado interior teniendo en cuenta la demanda mundial, hoy potenciada por la restricción de alimentos como consecuencia de la guerra en Europa. Esto hace que los precios de los alimentos en el mercado interior de nuestro país sean los que mayor incremento sufren mensualmente, a pesar de ser argentina una nación productora generosa de alimentos.

Esta estructura productiva de nuestro país, existente desde muchos años, el gobierno de Mauricio Macri en gran parte profundizó este modelo favoreciendo a los latifundistas del campo y todo el sector exportador de alimentos bajando retenciones y permitiéndoles a los exportadores no liquidar dólares en el país, por lo que dejó una inflación estacionada de alrededor del 50%, y una deuda de más de 45.000 con el fondo monetario y de 100.000 con los ‘Fondo Buitres que varias generaciones de argentino tendremos que amortizar. Alberto Fernández y su Ministro de Economía Martin Guzmán, no han podido resolver esta situación, muy por el contrario, la han agudizado. Y, a pesar de que hoy se usa como una suerte de excusa el contexto internacional de guerra para justificar la inflación, lo cierto es que la guerra sólo aumentará en este año el índice de inflación en 10 puntos a la inercia inflacionaria que ya teníamos, que en 2021 que terminó con valores del 51%.

Paliativos

Para intentar paliar la situación desesperante que viven millones de argentinos, y luego de que el movimiento de desocupados protagonizara grandes acampes frente al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, Fernández y Guzmán anunciaron una serie de “bonos” paliativos. Primero para los jubilados y el Potenciar Trabajo y, al inicio de la semana, un nuevo IFE de 18 mil pesos que alcanzara a trabajadores informales, monotributistas, empleadas de casas particulares y jubilados.

Por un lado, hay que decir que la estabilidad prometida tras la firma del acuerdo con el FMI no ha sido tal. Por el contrario en realidad ha contribuido a agrandar el problema, ya que las exigencia de ajuste fiscal y las medidas económicas restrictiva, unidas las revisiones trimestrales por parte de los técnicos del FMI que fiscalizan el cumplimientos de las exigencia crediticias condicionaran la capacidad de intervención del Estado en la economía, a la vez que el gobierno nacional debe cumplir con medidas económicas impopulares, entre las que se encuentran aumentar tarifas de los servicios: gas, luz, agua, etc. Por ende, más inflación. Estas son exigencias para que los desembolsos del Fondo lleguen y se pueda de esta manera cumplir con los vencimientos y evitar el default.

Crecimiento inexistente

Lo que, si se ha puesto en discusión en estos últimos dos meses, y ha quedado en evidencia como incorrecto, es que el tan propagandeado crecimiento económico favorable al pueblo, luego de la firma del Acuerdo con el FMI del que hacían alarde los funcionarios nacionales, no tiene asidero en la realidad. Se equivocan el presidente, el ministro de economía, el ministro de Desarrollo social y hasta algún ex dirigente social devenido en funcionario como Chino Navarro, que este acuerdo traería como efecto el crecimiento económico del país y como consecuencia se justificaban no aumentar los planes Potenciar Trabajo (al contrario, hablan de eliminarlos) para una inmensa cantidad de argentinos que están en la desocupación y subocupación permanente. Como tampoco este acuerdo se ve reflejado en los bolsillos de los trabajadores y los sectores populares.

Hay datos que confirman esta realidad ‘contradictoria’ relacionada con deterioro y a la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores. Tenemos por un lado que la desocupación bajo ubicándose alrededor del 7%, pero a su vez la pobreza se mantiene en niveles cercanos al 40%. Este hecho que es contradictorio en sí, que baje la desocupación, pero no lo haga la pobreza, se explica principalmente por el deterioro laboral que sufren los trabajadores en nuestro país. Los magros salarios, cuya media se ubica en los 40 mil pesos, explican esta dura realidad que viven millones de argentinos. A lo que debemos sumar que la canasta básica, que indica que para no caer bajo la línea de pobreza, se alcanzaría con ingresos que deberían estar por arriba de los 83mil. A lo que se agrega la precarización laboral que nos dice que más del 50% de los trabajadores se encuentra fuera de convenios colectivos de trabajo.

Otro dato que confirma esta realidad tiene que ver con la participación de los salarios respecto al Producto Bruto Interno (que es el valor de los bienes y servicios que un país produce en el periodo de un año). Esa participación de los trabajadores ha sufrido una drástica caída en los últimos siete años, ubicándolos en el 38% de la ‘torta’ generada por años, muy lejano al 50% con la que participaban en el 2015. Así las cosas, por más que en las paritarias los salarios empaten a la inflación, no pueden recuperar el poder adquisitivo perdido.

Soluciones para la crisis

Estos datos explican como en la puja distributiva los trabajadores van perdiendo y los grandes monopolios van ganando. A la vez que estos últimos instalan desde sus voceros políticos, como Juntos por el Cambio o Milei, que estos problemas de la desocupación con aumento de la productividad se resuelven achicando el Estado y ajustando el gasto público. A misma vez que impulsan la idea de que los trabajadores deben vender su fuerza de trabajo al mejor postor, bajando al máximo sus expectativas y aceptar cobrar los más bajos salarios. Estos voceros de las clases dominantes para tener éxito electoral circunstancial difaman a las organizaciones sindicales y organizaciones sociales, que son las que en la puja distributiva intervienen para equilibrar el reparto de la torta.

A su vez desde los sectores más cercanos al gobierno nacional se plantean, como forma de intervenir en este debate, estimular la demanda interna atreves de bonos que transitoriamente, por un lado, dan un respiro a los trabajadores, sobre todo a los informales, a la vez que inyectan dinero en el mercado interno intentando favorecer a los pequeños comerciantes y a las PyMES. Pero esta táctica que no va acompañada de otras medidas antimonopólicas es probable que haga que estos bonos también se vayan por la canaleta de la inflación, a la vez que es un parche de muy corto alcance.

Por su parte, el FMI presiona al gobierno para cobrar los 45.000 millones que le presto a Macri. Importándole poco cuales son los problemas de los argentinos. exigiendo que los “trabajadores se ajusten”, dejando al gobierno con poco margen para enfrentar la inflación e intervenir en la puja distributiva a los sectores formadores de precios, ya que los necesita para la generación de los dólares que engrosan las reservas que exige el programa del fondo para poder pagar. En esta puja, el gobierno en vez de ubicarse del lado del pueblo, movilizando a los sectores más oprimidos, toma posición desde un bando del sistema empresarial monopólico contra otro.

Una salida popular

Pero existe otra salida, que es la que proponemos desde el PTP-PCR. La misma tiene que ver con no ajustar al pueblo, dejar de pagarle al fondo y generar cambios en la estructura del país que tienen que ver con imperiosa necesidad poner de pie el país con un proyecto industrial estatal que priorice el mercado interno. Que posibilite la creación de empresas estatales que intervengan en la producción, no con la lógica de exportar más sino de producir todos los bienes y servicios que necesitamos para vivir mejor, a la vez que se crean millones de puestos de trabajo. Se deben generar fábricas que participen en la producción de alimentos, la minería, la energía y la industrialización agregando valor a lo que producimos con la lógica de generar un precio diferencial para el mercado interno separado del mercado externo para no ser perjudicados por la coyuntura internacional.

En ese sentido el proyecto de ley del ejecutivo nacional de gravar la renta inesperada que se ha generado producto de la situación económica mundial excepcional, hay que apoyarlo. Pero también hay que tener en cuenta que es solo un paliativo, una aspirina que alivia el dolor momentáneamente. Un impuesto no resuelve el problema de fondo que tiene que ver con la necesidad de trabajo estable, con sueldos dignos, en el marco de un proceso de desarrollo y crecimiento con desarrollo industrial sostenido y armónico. Con resolver la emergencia laboral y social con más Planes sociales y comida para paliar la pobreza. En esto es necesario que el Estado participe con sus empresas en la producción sobre todo en las áreas estratégicas para abastecer al mercado interno a la vez que generamos puestos de trabajo estables y bien remunerados.

Este es el debate que debemos dar desde el PTP-PCR junto con la lucha por resolver las necesidades de los trabajadores ya sea los desocupados, ocupados y jubilados atreves de nuestros sindicatos y agrupaciones clasistas. Nos preparamos para un gran 1 de Mayo: día internacional de la clase obrera que celebraremos el día sábado 30 de abril, a partir de las 18hs en la Unión Vecinal de la Villa Unión, en el departamento de Chimbas.