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La crisis y la inflación

La inflación continúa siendo uno de los principales flagelos que aqueja al pueblo argentino. El índice de julio volvió a romper un record histórico, generando una enorme preocupación y malestar en los sectores de trabajadores, jubilados, desocupados, pequeños comerciantes, etc.; que ven como sus ingresos son devorados por un alza de precios que no parece tener techo.

A su vez la figura del súper ministro de economía Sergio Massa se va desdibujando frente a las expectativas que generó su nombramiento, producto de que sus anuncios profundizan el rumbo de ajuste que nos marca el FMI con más concesiones a los monopolios y los terratenientes.

Tal como lo preveía el Gobierno y como venían pronosticando las consultoras privadas, la inflación de julio fue de 7,4 %, la más alta en 20 años. Según el informe del Índice de Precios al Consumidor (IPC), dado a conocer este jueves por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), la variación interanual (julio-2021-julio2022) fue del 71%.

Hasta el momento, el IPC más alto de este año y de toda la gestión de Alberto Fernández había sido el del pasado mes de marzo, cuando llegó al 6,7 %, siendo la marca más alta desde abril de 2002, cuando alcanzó el 10,4 %.

La incertidumbre que generó la renuncia de Martín Guzmán, el pasado 2 de julio como ministro de Economía, sumado a la suba de los dólares libres (la combinación del blue, el CCL y el MEP), aceleró los aumentos de precios, que ya venían recalando con fuerza en las góndolas.

Una medición de un centro de estudios que trabaja con la CGT había anticipado que «la inflación de julio fue del 7,3 %, acelerándose 1,8 puntos porcentuales respecto a los registros de junio».

La medición para la CGT reveló que en los primeros siete meses del año la inflación acumuló un 47 % y en los últimos 12 meses, la suba interanual alcanzó el 70,8 %. En ambos casos se trata de los registros más elevados desde 1991.

Frente a un ritmo cada vez más acelerado de la inflación, las negociaciones paritarias van dejando muy rezagados los salarios de la mayoría de los trabajadores formales, en los mejores casos, están por lo menos dos puntos por debajo de la inflación, mientras que los informales más de ocho puntos. Hay que recordar que la mayoría de las negociaciones paritarias se cerraron teniendo en cuenta la previsión oficial que hizo el Ministro Guzmán para la inflación en el presupuesto 2022 que era del 45%.

El magro aumento a los jubilados del 15,3% con un bono de 7 mil pesos por tres meses, que pretende llevar la jubilación mínima a 50 mil pesos, es una muestra más del deterioro en los ingresos del pueblo argentino, ya que hoy los ingresos mínimos que se precisan para no ser pobre, están por encima de los 100 mil pesos.

La crisis y el dólar

Como dijimos más arriba este aumento del ritmo inflacionario estuvo motivado en gran medida por el aumento de la cotización de los dólares que se manejan por fuera de la estructura del Banco Central, es decir los llamados paralelos, blue o contado con liquidación. Este aumento está íntimamente ligado al funcionamiento de la estructura productiva de nuestro país, que, al no tener en su control el Estado Nacional, tanto de la producción de bienes, como de su exportación y por ende el control del comercio exterior; quienes definen tanto el valor del peso en relación al dólar como la cantidad de reservas que el país dispone son un puñado de monopolios y terratenientes.

Sumado a esto, la crisis de deuda generada por el gobierno de Macri y legitimada por el gobierno de Alberto Fernández, tanto con los acreedores privados como con el FMI, son otra coladera por la que se fugan los dólares producidos por el pueblo argentino impidiéndonos generar las reservas necesarias para disponer con tranquilidad de divisas para hacer funcionar nuestra economía. Esencialmente a la industria que, al ser dependiente, precisa dólares para importar insumos para producir y de esta manera generar fuentes de trabajo.

Sergio Massa se ha reunido dos veces con la “mesa de enlace”, que reúne a las principales entidades agrarias de la argentina y que agrupan a los terrateniente y grandes productores del campo, esperando convencerlos de que liquiden más de 22 mil toneladas de granos de soja que tienen acumulados en silo bolsas. Este sector presiona a la espera de un “sinceramiento” cambiario, es decir de una devaluación que sería muy perjudicial para el pueblo.

El dólar subsidiado que les propone Massa a cambio de bonos que se actualicen tanto por el aumento de la inflación, como así también por el aumento del dólar “oficial”, no convence a los terratenientes y piden una devaluación por la cual su valor pase de 130 pesos a 220, lo que implicaría una devaluación de casi el 100% que golpearía duramente los ingresos de los trabajadores y nos colocaría en un escenario de híper inflación.

Por supuesto que, una devaluación de estas características no es algo sencillo de ejecutar por el delicadísimo clima social que vive nuestro país. Los movimientos sociales han tomado las calles siendo punta de lanza de la lucha contra el ajuste y la carestía, a los que se han sumado la CGT y la CTA con una movilización para el 17 de agosto, poniendo el centro de la lucha contra los formadores de precios y exigiendo al gobierno nacional medidas contra estos.

Las crisis y las primeras medidas de Sergio Massa

Las primeras medidas económicas de Massa han definido bien cuál es el rumbo que pretende seguir. Por supuesto, estas no tienen nada que ver con defender los intereses de los trabajadores y el pueblo, sino más bien con el de profundizar el acuerdo con el FMI, que es el brazo económico del imperialismo yanqui, con el que nos subordina a su estrategia geopolítica en disputa con el imperialismo chino.

Ya se sabe que las presiones que recibió la ex ministra de economía Silvina Batakis en su viaje a Washington, no solo estuvieron centradas en el cumplimiento de las metas de acuerdo con el Fondo, que implica más ajuste, sino que también David Lipton funcionario del Tesoro de los EEUU ex número dos del FMI, le pidió que se debe sincerar el tipo de cambio, ósea devaluar. Este interés de los yanquis en exigirle a nuestro país una devaluación tiene que ver de fondo con debilitar cada vez más al gobierno del Frente de Todos, poniéndolo a la defensiva en sus posiciones para que termine claudicando totalmente ante las exigencias del imperialismo norteamericano o cambiándolo por un gobierno más afín a sus intereses, como lo es Juntos por el Cambio.

Se conoce también que Laura Richardson, la general del Comando Sur de los EEUU, manifestó públicamente que para que el acuerdo con el FMI prospere, el interés de los EEUU es que las reservas de litio que están en el norte argentino, no sean entregadas a la explotación por empresas chinas, sino que se concesionen a empresas norteamericanas. Lo mismo con el resto de las inversiones que son importantes que tienen los chinos, desde el punto de vista estratégico, en nuestro país como son: las represas JorgeCepernic y Néstor Kirchner y el desarrollo de la tecnología en comunicación 5G.

La crisis y la salida popular

En este escenario complejo es en el que debe administrar Sergio Massa la economía. Para esto intenta mostrar capacidad de gestión siendo duro con los débiles, como por ejemplo con las auditorías a los planes sociales o intentando mostrar como una “novedad” programas que ya implementó este gobierno e incluso el macrismo y fueron un fracaso rotundo, como el anunciado con bombos y platillos “puente al empleo”. Este programa que se plantea convertir cerca de 200 mil programas sociales en empleo “formal”, a través de subsidios a los empresarios, ya fue anunciado por este gobierno apenas asumió Juan Manzur como jefe de gabinete, como parte de la renovación del Frente de Todos, luego de la derrota en las PASO y, que tan solo fue eso, un anuncio que no pudo aplicarse en la práctica. En un momento de recesión donde las empresas no tienen dólares para comprar los insumos para producir, por más incentivo que se les otorgue, no van a tomar trabajadores por la simple razón de que no los precisan, al contrario, el escenario más probable es el de una nueva crisis de empleo con esta política.

Este rumbo fijado por el nuevo súper ministro no es nada nuevo, sino que profundiza lo ya transitado por los anteriores ministros. Ahora bien, es necesario ver los resultados económicos logrados en otros países hermanos en la región que, por el contrario, han tenido éxitos no solo a la hora de combatir la inflación, sino también de generar fuentes de trabajo. Hoy, por ejemplo, el Estado Plurinacional de Bolivia es uno de los países con menor inflación acumulada no solo en la región, sino también en el mundo, con una inflación anual de apenas el 2%: 50 veces menos que la que probablemente tenga la Argentina a fin de año. La clave de estos buenos resultados tiene que ver con que, en Bolivia, la mayoría de sus empresas, sobre todo las que tiene que ver con sus recursos estratégicos, están en manos del Estado. Es así como la minería, la energía, los alimentos tienen sus empresas estatales que garantizan que los dólares que ingresan al país en concepto de exportación sean para el desarrollo su industria, que también está vinculada al capital extranjero, pero que en parte tiene resuelto el cuello de botella de la falta de dólares que se forma en Argentina al estar nuestros recursos extranjerizados o en manos de los terratenientes y monopolios exportadores.

Por otro lado, los centros de acopio de granos, animales, etc., en manos estatales, que determinan un precio justo a los productores, junto con comercios estatales, garantizan la distribución de alimentos accesibles para la población, eliminando la especulación que se genera, en la fijación de precios, cuando se toman como referencia los precios de la bolsa de Chicago.

Este camino es importante para imitar en nuestro país y es lo que empujamos desde el PTP-PCR. Que es el camino de las industrias estatales dirigidas por un estado popular, con los trabajadores a la cabeza. A su vez es necesario empujar la lucha desde los distintos sectores del movimiento obrero para ponerle un freno al ajuste y que la crisis no se descargue sobre las espaldas del pueblo argentino.

Alberto I. Agüero-P. Federico Suero