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«El peor de todos»

Uñac, de niño mimado a «enemigo» del Gobierno

El gobernador de San Juan cree que Macri lo castiga «con la billetera»

Lucrecia Bullrich

La última decisión de Mauricio Macri con impacto directo en las provincias terminó de dejarlo claro: el idilio entre el Presidente y algunos gobernadores peronistas llegó a su fin. El caso paradigmático es el del sanjuanino Sergio Uñac, que en los últimos meses pasó de ocupar el podio de los preferidos del Presidente a habitar el cadalso.

La decisión del Gobierno de dar de baja 28.000 planes sociales, 13.000 de ellos en San Juan, que ayer publicó Clarín, encendió alarmas en la provincia. Si alguna duda le quedaba a Uñac de que el Gobierno va a hacerle pagar la falta de apoyo a la reforma previsional, terminó de desecharla, ayer admitían en su entorno.

El malestar de Macri con Uñac quedó sellado el día que la reforma previsional se aprobó en el Congreso. El aporte de Uñac había sido clave en la primera sesión dedicada al tema que terminó en escándalo. Walberto Allende, uno de los diputados que le responde, fue la llave del quórum. Cuatro días más tarde, Allende y otros dos diputados allegados a Uñac votaron en contra de la reforma.

Según datos que manejaba entonces el gobierno sanjuanino, los cambios en las jubilaciones generaban un rechazo masivo en la provincia. No fue el único motivo por el que Uñac ordenó votar en contra. El gobernador ya estaba furioso con la Casa Rosada por no cumplir con uno de los compromisos asumidos con los gobernadores cuando se firmó el pacto fiscal: el de revisar las jubilaciones de privilegio. La inclusión de ese punto fue una iniciativa que Uñac le había planteado directamente a Macri, cuando hablaban. Eso no ocurre desde diciembre del año pasado.

De la mesa chica al cadalso

Hasta el debate de la reforma previsional, Uñac integraba el selecto grupo de gobernadores peronistas «racionales», junto con Juan Schiaretti (Córdoba), Gustavo Bordet (Entre Ríos) y Juan Manuel Urtubey (Salta), que hablaban seguido y sin intermediarios con Macri. El sanjuanino, que había salido fortalecido de las elecciones de octubre, perdió su lugar en esa mesa. Una frase grafica con claridad el contraste: «Macri está demostrando que no solo el peronismo puede ejercer el poder», había dicho Uñac en septiembre, apenas dos meses antes del cimbronazo por la reforma jubilatoria.

El recorte de planes sociales conocido ayer no sorprendió al gobierno provincial. «Da la impresión que poco les está preocupando la situación social», había advertido Uñac el lunes, cuando empezó a circular la versión del ajuste. Más alarmista, José Luis Gioja había dicho el viernes que reducir la asistencia desataría «una crisis social de proporciones» en San Juan.

Es que la decisión de recortar los planes llegó después de casi dos meses de retaceos en los fondos que la Nación envía a la provincia. La pelea por esos recursos se reactivó también esta semana. Uñac reclama $1100 millones para obras viales y otros $700 para viviendas. Esta semana, la disputa se volvió pública. Uñac habló de «sequía» de fondos para la provincia. La Casa Rosada no tardó en responder. El viceministro del Interior, Sebastián De Luca acusó al gobernador de estar «más pendiente de José Luis Gioja y del PJ que de los sanjuaninos» y vinculó su reclamo con un «interés político partidario».

«Quiero pensar que no», contestó Uñac cuando, también esta semana, le preguntaron si creía que Macri lo está «castigando». En privado, no duda. Incluso compara al Presidente y su manejo de «la lógica amigo/enemigo» con la de Cristina Kirchner.

Hay otro punto sobre el que en San Juan nadie duda. A Uñac, la pelea con la Casa Rosada y aparecer como una «víctima» del «látigo y la billetera» de Macri le sirve para tomar distancia de la imagen de gobernador «amarillo» , como llegaron a bautizarlo varios de sus pares, y fortalecer su perfil opositor. «Quiere competir con Urtubey», le endilgan desde el giojismo y la oposición. Él lo niega. Y hace cuentas. A diferencia del salteño, puede disputar la reelección en su provincia en 2019. Y si decidiera echar mano de la reforma transitoria que hizo Gioja podría aspirar a otros cuatro años al frente de la provincia. «Sergio no compite con Urtubey. No tiene apuro. Si quisiera ser presidente, puede esperar sentado», razonan a su lado.

Por: Lucrecia Bullrich

Fuente: La Nación

http://www.lanacion.com.ar/2104452-unac-de-nino-mimado-a-enemigo-del-gobierno