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El trabajo en blanco y los beneficios sociales

En el Valle de Calingasta está iniciándose el trabajo de cosecha para la exportación de ajos y la necesidad de jornaleros para realizar la faena que dura al menos unos cinco meses, esta situación pone en evidencia una cuestión laboral y de desocupación que preocupa tanto al empleador como al trabajador de la cosecha.


Para el empleador, el tema es conseguir empleados para realizar el trabajo de cosecha corte y empaque para el despacho del producto, que es preciado a niveles internacionales, y el problema no es encontrar obreros sino más bien, obreros que trabajen registrados en los emprendimientos, es decir que una vez que ingresen sean registrados en blanco como corresponde a cualquier trabajador.


Esto tiene mucho que ver con los planes o beneficios sociales que reciben estas personas que se ocupan en forma temporaria en la cosecha ya que ingresan en noviembre, se registran y reciben el pago por sus tareas hasta el mes de marzo, cuando quedan nuevamente fuera del sistema de trabajo registrado para volver a recuperar sus programas sociales demoran varios meses para volver a ingresas a estos programas.


Ese es un tema que se viene planteando hace años en la agricultura no solo del ajo sino de otros cultivos de la zona. El sistema debería complementarse para que los beneficiarios no sufran las demoras del sistema y pierdan muchas veces su posibilidad de trabajar.


Los programas sociales, la desocupación y el trabajo en blanco.


El Estado argentino reparte miles de millones de pesos a toda suerte de gente y empresas. Este gobierno le dio miles de millones de pesos a la industria petrolera, por ejemplo. Sin embargo, atrae más la atención los subsidios a individuos o familias.


Los programas sociales básicamente consisten en una suma de dinero fija, mensual y consecutiva que el Estado Nacional otorga a individuos o familias por tiempo indeterminado, generalmente con renovaciones anuales o semestrales, con o sin contraprestación, a veces complementados con entregas en especie (bolsones de comida). El beneficiario suele ser una persona en dificultades económicas.


Esta realidad con respecto a la situación sobre el trabajo en blanco y los programas sociales, es un sistema perverso y a la vez estigmatizante, donde se repite el discurso “no trabajan para cobrar planes sociales”, que es un discurso de un sector que ignora las situaciones económicas por las que atraviesa una familia que, por ahí cuenta con un salario social, y más en los sectores del campo, donde en estos cuatro años de macrismo fue uno de los sectores en los que más se profundizo la pobreza.


Esta grave situación económica que afectó tan ferozmente arrastra a la pobreza, también obliga a las personas a la informalidad económica. Los pagos y los tiempos de la cosecha son insuficientes para que una familia solo pueda vivir de eso. Son solo 5 meses de trabajo, las jornadas laborales son largas e intensas. Entonces se genera esta problemática en donde la gente no quiere perder los beneficios sociales que muchas veces sirven para complementar su economía, es una realidad que complica a ambos sectores, al empleador y al empleado.


Es también una realidad que una persona que ingresa en el sistema de Anses con un trabajo formal luego cuando este termina los tiempos para volver a ingresar a un programa son entre cuatro, seis y hasta más meses de espera.


Estas son las consecuencias de las políticas que profundizan la pobreza, la inestabilidad económica de un país y ponen a un sector vulnerable a decidir que es menos malo o con que se pasa menos hambre.